Las debilidades de un movimiento heterogéneo

Jimena Barón promocionó una canción con un afiche emulando una práctica del trabajo sexual. En redes, la violencia y la crítica que sufrió demostraron las debilidades de un movimiento.

Si decimos que el movimiento feminista es uniforme implica desconocer todas sus vertientes. Con contradicciones ideológicas, culturales, discursivas y socioeconómicas, los feminismos se exponen y conviven con sus diferencias. Excepto, cuando la moral y el odio vuelven a ser protagonistas.

Jimena Barón es víctima de una violencia irrisoria frente a cada una de sus prácticas. Erra como comunicadora y, muchas veces, invita a actuar desde la peligrosidad de sus palabras. Pero, como todo ser humano, necesita aprender y reconocer, no ser linchada por el mismo movimiento que busca darle un rol a la mujer e identidades disidentes.

Una vez cerró sus redes por la violencia que vivió al subir un video bailando con su hijo. ¿La crítica? Que estaba en tanga. Siquiera el foco se puso en el hecho de que un menor de edad es expuesto constantemente ante un mundo vil y cruel. La presión fue tal que ella cerró sus redes por días e hizo un video explicando que le hacía mal la agresividad.

Subió un historia con papel film en la panza. Lo recomendó para bajar de peso. Una idea totalmente desacertada, porque no oxida grasa, deshidrata. Una vez más, la violencia la volvió a acechar.

En estos días, una vez más, vivió la violencia simbólica y verbal de un movimiento heterogéneo, sí, pero que debería dialogar antes de ser punitivista.

Más allá del abolicionismo y el regulacionismo, hay realidades diversas, encontradas e, incluso, contradictorias. Eso no implica que se deba anular argumentos ajenos con argumentos propios de la misoginia y el machismo. Y tampoco implica simplificar luchas que se tocan, pero que cuentan con problemáticas distintas.

¿Podemos debatir si el trabajo sexual es alienación al machismo? Podemos. ¿Pero podemos creer que somos dueñxs de una verdad absoluta? No, eso ya es coerción.

Dejemos de confundir posicionamientos políticos con complicidad. Dejemos de debilitar a personas porque no nos gusta su forma de ser y andar. Dejemos de culparnos entre nosotras por un sistema que siempre minimizó nuestros comportamientos a la sombra de un varón.

Hoy otra mujer sufre de una violencia irrisoria y hoy, otra vez, reproducimos discursos machistas con los que queremos luchar. ¿Será más fácil acusar al resto de complicidad cuando una reproduce violencia? ¿No será más difícil de lo que creímos y la alienación es trasversal? ¿Será que siempre es más fácil eludir responsabilidades?

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