“Si no ganan, no seremos generosos”: la coacción financiera de EE. UU. y la historia repetida de la deuda argentina

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, condicionó la continuidad de una ayuda financiera a Argentina —un paquete del Tesoro de aproximadamente US$20.000 millones— a los resultados electorales de la coalición gobernante de Javier Milei.

Más allá del episodio inmediato, la intervención norteamericana y la recurrencia del financiamiento internacional revelan un patrón: la ayuda viene siempre con condiciones políticas y económicas que limitan la soberanía fiscal y, en muchos casos, profundizan la fragilidad económica y social del país.

Ayer, durante una visita a la Casa Blanca, el presidente de EE. UU. hizo explícito que la continuidad de un apoyo —reportado como un swap y otras facilidades por cerca de US$20.000 millones— dependería del desempeño electoral de la coalición del Presidente javier Milei en las legislativas de octubre. La declaración fue tajante: si Milei no logra los resultados esperados, la administración “no será generosa” y “no va a perder tiempo” con Argentina.

Ese mensaje mezcló apoyo económico con presión política directa sobre el resultado electoral, con clara injerencia en la soberanía del pueblo argentino. El episodio instala la ayuda como herramienta de influencia: no solo se presta dinero sino que se condiciona su continuidad a resultados políticos favorables a políticas de libre mercado y alineamiento geopolítico, influyendo en la política soberana local.

¿Qué es el paquete del Tesoro y por qué importa?

Según reportes, el Tesoro de EE. UU. articuló un swap de divisas y un marco de asistencia por aproximadamente US$20.000 millones para estabilizar el peso y frenar corridas cambiarias. A diferencia de los programas del FMI, que se financian con los aportes de los países miembros, un swap directo del Tesoro implica exposición fiscal y un vínculo político directo entre Washington y el gobierno receptor. Esa vinculación abre la puerta a exigir “programas” o resultados políticos como condición no declarada o explícita.

¿Qué significa realmente esta “ayuda”?

Soberanía condicionada: la ayuda no es neutral: cuando la supervivencia macroeconómica del país depende de la voluntad de otra capital, la capacidad para definir políticas públicas soberanas queda severamente acotada.
Intervención electoral: condicionar recursos a resultados electorales equivale a intervenir en la vida política del país receptor.
Modelo de dependencia: históricamente, la lógica ha sido la misma: rescates que legitiman reformas de mercado que benefician capitales financieros y externos, mientras la carga social recae localmente.

¿Que pasa cada vez que el FMI o el Tesoro de los EUA vienen?

Crisis finales de los ’90 y colapso de 2001
La apertura financiera, la convertibilidad y la dependencia de capitales calientes llevaron en 2001 a un colapso que terminó con la devaluación, una enorme contracción del PIB y costos sociales drásticos.
El megacrédito de 2018 (Macri)
En 2018 el FMI aprobó un crédito por US$57.000 millones, el mayor en la historia del Fondo, para apoyar el plan económico del gobierno de Mauricio Macri. El objetivo oficial fue restaurar la confianza y estabilizar las cuentas externas; en la práctica, el programa condicionó fuertes ajustes fiscales y de tarifas. En la evaluación ex post del FMI (2021) se concluyó que el programa no cumplió plenamente sus objetivos.
Intervenciones bilaterales del Tesoro
Un swap o préstamo directo del Tesoro es más político: implica una relación bilateral explícita y puede instrumentalizarse electoralmente.

La ayuda externa generalmente estabiliza coyunturas de corto plazo, pero no garantiza crecimiento ni justicia social, profundiza exclusión y ampliación de la brecha entre los que más tienen y los que menos.

¿Cual es el posible escenario?

Si la ayuda persiste: Milei podría usar el respaldo como legitimación política y acelerar medidas de liberalización y ajuste a los sectores más humildes, siendo inimaginables las consecuencias que podría tener en la paz social a más cercano plazo.
Si la ayuda se retira ante derrota electoral: habrá riesgo inmediato de crisis cambiaria, devaluación y profundización del fracaso del modelo económico liberal.
Si la oposición recupera poder y busca renegociar: habrá pelea política por los términos; la experiencia histórica sugiere que renegociar nunca fue sencillo.

La historia es clara: las intervenciones financieras extranjeras resolvieron tensiones puntuales, pero no construyeron un modelo de desarrollo soberano ni sostenible. La novedad de 2025 es que la ayuda del Tesoro se condicione públicamente a resultados electorales, lo cual convierte la asistencia en herramienta de injerencia.

La lectura histórica debería ser la urgencia de políticas que reduzcan la vulnerabilidad externa: control de capitales, fortalecimiento del mercado interno, integración regional y financiamiento alternativo que no hipoteque la soberanía democrática.

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