El lunes 18 de setiembre, Alexis Zárate, ex futbolista de Independiente fue condenado a seis años y medio de prisión por el abuso sexual con acceso carnal de Giuliana Peralta.
El caso fue de conocimiento público y luego de tres años llegó la condena para el actual jugador de Temperley, que si bien no quedará preso inmediatamente, tuvo “su cuota de justicia” en las propias palabras de Giuliana. La condena social y mediática llegó antes, para ella.
Vivimos en una sociedad donde condenamos más la “traición” del futbolista Mauro Icardi a Maxi Lopez cuando éste era marido de Wanda Nara, que la violación perpetuada por Alexis Zárate o la denuncia por violencia de género a Ricardo Centurión, ex delantero de Boca.
¿Por qué sucede esto?
En el fútbol la violencia machista es conocida y reconocible entre pares. Existen pactos y lealtades que traspasan los vestuarios. En el caso de Zarate, Martín Benitez (ex novio de Peralta), se encontraba junto a la víctima cuando se produjo el delito; y a pesar que ella gritó, él no escuchó nada. Nicolás Perez fue quien no la dejaba irse y se interpuso entre ella y la puerta. Y aunque la justicia no lo haya tomado en cuenta, fueron cómplices.
Desde algunos medios de comunicación sumaron violencia de género a los hechos: Ari Paluch, en una entrevista radial con el abogado del futbolista, trató de fiestera a Giuliana. Es parte del show mediático: es una chica buscando fama y dinero. La víctima como culpable.
Desde los movimientos feministas buscamos ese cambio cultural, aquel que rompe con los pactos machistas. Necesitamos una sociedad que de-construya el patriarcado. Necesitamos construir sociedades con perspectiva de género. Que se deje de naturalizar un golpe, un acoso y una violación por “cómo es la mujer”.
Elegimos para cerrar una frase de Giuliana, dicha a la salida del tribunal y que intenta resumir un poco la lucha que tenemos todas y que también deberían tenerla todos.
«Yo quiero justicia por mí y por todas las chicas que pasaron por una situación similar. Para que se animen. Nosotras no nos callamos más».