Hoy: Las trolas y los genios
Incluso antes de empezar a escribir esto me pregunté y repregunté muchas veces si estaba bien, si me convenía, si no estaría provocando, si no me exponía mucho, si no iba a hacer que otros anden diciendo que estuve hablando de sexo. Es que para las mujeres el sexo sigue estando vedado hacia el afuera, es tabú. Claro que no en todos los casos, pero en general una mujer que habla de su sexualidad para la sociedad tiene claramente dos motivos: o provocar a los hombres para que quieran tener sexo con ella, por lo tanto es una «puta» (mal usado el término, como si a caso fuera un insulto), o querer exponer su intimidad sabiendo que el resto la va a juzgar, por lo que pasaría a ser una desubicada moral o simplemente una boluda. Un hombre hablando de sexo, en cambio, se encuentra en general en una situación cómoda, normal, sin temor a ser juzgado. De hecho no sólo no es juzgado, sino que hablar de eso genera empatía y es muy bien recibido.
Esto de que si a la mujer le gusta el sexo es una «trola» y si le gusta al hombre es un genio se viene poniendo en tela de juicio desde hace rato, pero, seamos realistas, nunca cambió. Por ejemplo, pensemos seriamente en las respuestas a estas preguntas: ¿Cuántas charlas presenciamos entre hombres hablando de a cuál se cogieron, de cómo coge, de si es puta o no es puta, de cómo son sus tetas… entre risas y con aire de genios? ¿Cuántas de esas charlas escuchamos entre mujeres? ¿Cuántos hombres tienen grupos de chat con otros hombres donde comparten pornografía? ¿Cuántas mujeres? Y sin ir más lejos, ¿cuántos hombres le dicen a una mujer que le gusta? ¿Cuántas mujeres se lo dicen a un hombre? ¿Cuántas mujeres son juzgadas en relación a lo sexual por la ropa que se ponen o por cuánto de su cuerpo muestran? ¿Cuántos hombres?
A las mujeres lo sexual se nos presenta desde pequeñas como algo negado, por lo menos el sexo para nosotras mismas. La gran mayoría no andamos diciendo por ahí que nos masturbamos, no hacemos chistes sexuales sobre los hombres, no nos apropiamos de lo sexual. Así nos educó la sociedad. Por supuesto hay muchos casos en los que afortunadamente la sociedad no pudo llegar en ese sentido, y muchas mujeres hablaron siempre del tema y lo ejercieron con mucha comodidad. Pero la verdad es que no es lo más común. Y se siente que hoy esto está cambiando, pero lentamente. Es que en realidad pasa más por ver cómo nos presentan el sexo, que por cómo no nos lo presentan. Es decir, lo sexual está en la sociedad totalmente asociado a la mujer, lo vemos a diario desde que nos levantamos y prendemos la tele, abrimos una revista o salimos a la calle y vemos una publicidad. El tema es que la mujer está siempre asociada al sexo pero al servicio de la sexualidad del hombre.
Entonces claro, cuando se nos asocia para el placer del hombre, pulgar para arriba. Publicidades, cuerpos perfectos en TV, pornografía, etc. Cuando se asocia a nuestro placer, pulgar para abajo. Calladitas, sin hablar demasiado del tema, no hay que mostrarse, no hay que decir mucho que nos gusta, no hay que encarar, no hay que tener mucho sexo, menos con desconocidos, menos con muchos en poco tiempo: puta.
Hay más preguntas: ¿Cuántos novios/maridos se bancan a su novia hablando de sexo en público? ¿Cuántos de esos novios lo hacen a menudo? ¿Cuántos hombres se bancan a su pareja diciendo que les parece lindo un tipo que no son ellos? ¿Cuántos de ellos lo hacen frecuentemente al revés?
Hay niveles de machismo que llegan al punto de que a algunos hombres no les cabe mucho que su pareja disfrute demasiado el sexo. En esos casos su pareja no es una mujer: es su novia, su esposa, la madre, o posible madre, de sus hijos. De hecho a veces dejan ellos mismos de disfrutar del sexo con ellas por ese motivo. ¿Qué subyace? Si ella disfruta del sexo es puta. Si ellos lo disfrutan, no. Desigualdad. Relación de poder del hombre por sobre la mujer. Machismo.
Señores, nos gusta el sexo, sépanlo, y está bien. Nos gusta igual que a ustedes. El simple hecho de que mientras escribo esto me sienta expuesta, da cuenta de lo que nos hicieron creer, sentir. Solo imaginemos por un segundo si esto fuera al revés. ¿Algún hombre sentirá alguna vez que decir que le gusta el sexo está mal? Solo hay que tomarse cinco minutos y pensar esa respuesta. Después de esos cinco minutos, ¿ya se dieron cuenta de que es una locura?