Este viernes 16 de febrero a las 17 horas se va a estar realizando el Foro Contra la Violencia Institucional, convocado por el Bloque de Diputados Bonaerenses de Unidad Ciudadana-FPV-PJ, en la Sala 7 del anexo de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, situada en Avenida 51, entre 8 y 9, La Plata. Participaran del encuentro familiares de víctimas, y referentes de organizaciones de Derechos Humanos, sindicatos y organizaciones políticas.
Surge entre los organizadores la gran preocupación que genera el recrudecimiento de la violencia y el abuso de poder que las fuerzas de seguridad del Estado ejercen con la impunidad total que el gobierno le brinda públicamente. Uno de los casos emblemáticos fue el del policía Luis Chocobar, quién fue recibido en Casa de Gobierno y felicitado por Mauricio Macri, por haber disparado por la espalda a un pibe que tras cometer un delito intentaba escapar.
Esa sensación de impunidad de aquellos uniformados que abusan de su autoridad para criminalizar y perseguir es una percepción que se respalda con datos escalofriantes: según un informe preliminar de la Comision Provincial por la Memoria, en el primer año de gobierno de Cambiemos se registraron 110 muertes provocadas por efectivos de fuerza de seguridad y policiales en territorio bonaerense. El 70% de las víctimas tenía menos de 30 años.
Si ampliamos la estadística a la actualidad, según la Correpi las fuerzas de seguridad del Estado matan a una persona cada 23 horas, con un aumento exponencial de casos de gatillo fácil, represión seguida de muerte y cacería. Esto convierte al aparato de seguridad del Estado en juez y verdugo al mismo tiempo.
El predicamento que se debe resolver, por medio de los propios organismos de control y como fruto de los debates que la sociedad se debe a sí misma, radica en la decisión política de asumir la violencia policial como respuesta demagógica y reduccionista a una problemática que es mucho más compleja que un pibe que sale a robar un celular porque si: es la carencia y la ausencia del Estado en la vida y el crecimiento de ese pibe, que no está en guerra con la policía, sino que trata de sobrevivir a un Estado que lo margina y lo asesina lentamente, si no lo hace por la espalda de cuatro balazos.
No se puede pretender tapar a balazos la miseria que los procesos políticos antipopulares han generado durante décadas marcadas por dictadores, neoliberales y posneoliberales. Doce años de ampliación de derechos y de inclusión efectiva colaboraron enormemente para combatir esa desigualdad, pero no ha sido suficiente.