Por Antolín Magallanes
Algunas prédicas van teniendo sus concreciones. La reserva Natural de Avellaneda es una realidad. Hace unos días, se inauguró la primera etapa de la misma. Se trata de la Eco Área Municipal, un terreno de 140 hectáreas que se extiende entre los Arroyos Sarandí y Santo Domingo, y el Río de La Plata. Este emprendimiento acompaña políticas ambientales que lleva adelante el municipio, como el programa «10 mil árboles» y la planta de reciclado de residuos domiciliarios «EcoPunto», que será ampliada a 400 toneladas diarias. Obras concretas en un municipio que no las tuvo nunca fácil con el ambiente. Y allí radica el valor de estas políticas públicas, es fácil cuidar el ambiente cuando todo el entorno ayuda, pero allí, donde históricamente, y en otros contextos, contaminar fue sinónimo de progreso, hacen falta decisiones y obras que demuestren la firme voluntad de transformar las cosas con inteligencia de “tiempista” para ir entretejiendo los cambios en forma armoniosa.
Además contempla un uso sustentable de quintas y viñedos en terrenos privados y actividades de ecoturismo en terrenos públicos, con guardaparques y senderos de interpretación, avistaje de fauna y flora, actividades de educación ambiental y visitas a viñedos locales, gracias a una inversión con recursos provenientes del Fondo de Infraestructura Municipal de $ 20.934.433,35.
También en estos dias la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la OEA, genero un fallo histórico, en el cual vinculo al ambiente con los derechos humanos, planteando, “la relación innegable entre la protección del medio ambiente y la realización de otros derechos humanos”. Un fallo histórico, que sin dudas viene a dejar precedentes para afianzar este tipo de iniciativas, y dar respaldo a los gobernantes para seguir en ese camino.
Avellaneda ha dado cuenta muy comprometidamente, de muchos avances, las riberas del Riachuelo, en la cuenca baja, se encuentran absolutamente recuperadas y con la población que la habitaba relocalizada, el Camino de la Ribera fue uno de los primeros logros, y aun se espera con ansias la inauguración de la sede de la UNDAV, casi lista, a la vera del Riachuelo, para seguir acumulando decisiones en favor del ambiente y de la gente.
Hoy Avellaneda, reconoce sus frentes ribereños, sus bordes, le han devuelto una cara visible, que antes estuvo ensombrecida por la decadencia ambiental, los dos puentes recuperados, el Nicolás Avellaneda “nuevo” y el histórico transbordador Nicolás Avellaneda, sumados a los demás, le dan una conectividad, distinta y personal, que tal vez no tenga ningún otro distrito lindante con la Ciudad de Buenos Aires. Desgraciadamente, ese transbordador a pesar de haber sido recuperado y ser parte de “la pesada herencia” que recibió el actual gobierno, sigue inactivo.
Pero la alegría de hoy, se vio en el rostro de Beatriz Mendoza, (pionera en estas lides y cara visible de la causa que lleva su nombre y que termino en el fallo de la Corte Suprema para recuperar el Riachuelo), presente entre la multitud de vecinos, quien seguramente, piensa en otra batallita ganada. En definitiva, la Municipalidad de Avellaneda ha concretado una de las obras de recuperación, saneamiento y desarrollo sustentable más importante en su historia, al devolverles a sus vecinos su acceso al río mediante un paseo abierto a la comunidad, pensado y construido bajo un concepto ecológico y de preservación de los distintos ecosistemas.