Conversamos con Manuela Valcarce, coordinadora del Cine Municipal Wilde y nos contó como es el funcionamiento de este espacio cultural que trasciende la pantalla.
Ella es coordinadora del cine desde agosto de 2016, fecha en la que fue municipalizado, pese a que forma parte del espacio desde que era manejado por los vecinos del barrio. El edificio, ubicado en Juan Cruz Varela 6162, funcionaba como una fábrica pero tras años de abandono se empezó a construir lo que es el cine.
Nos recibe y vamos a hacer la entrevista a la sala, atravesamos la puerta donde cuelga una placa que suscribe «Sala Pablo Echarri». Entramos por el piso alfombrado, y al doblar a la izquierda vemos las butacas azules que desde hace años reciben a cientos de personas que van a disfrutar de la proyección de películas de forma gratuita: «En realidad hoy es mucho más que un cine, porque si bien tenemos funciones los fines de semana, el cine está abierto de lunes a lunes desde 8.30 a 22.20 y obviamente no es por películas. Hay más de treinta talleres gratuitos, tenemos FINES, tenemos guías de una parroquia que les prestamos el espacio y aparte coordinamos actividades como peñas y festejo del día de la primavera. Vamos organizando nosotros y al mismo tiempo el vecino o los talleristas proponen y lo hacemos».
Actualmente trabajan siete personas dentro del cine, sin embargo, como cuenta Manuela «los que dan una mano son un montón» y esto se debe porque desde que se gestó el cine «se armó un vinculo con el vecino que hizo que la gente se apropie». La participación de los vecinos, alumnos y talleristas es una parte fundamental del funcionamiento del espacio y permite que puedan organizarse actividades de todo tipo.
5 años del Cine Wilde
El 22 de marzo cumplió 5 años y realizaron un gran festejo en el barrio: «El balance de estos cinco años es 100% positivo. Ahora esto es un cine y un centro cultural porque son muchos talleres y muchísima gente la que viene. Antes con la gestión vecinal costaba porque éramos muchos pero nadie estaba dedicado al cien, cada uno tenía su trabajo y acá veníamos más que nada a colaborar. Hemos logrado que se llene la sala y que a su vez vengan a los talleres, se articulo eso pero todavía hay mucha gente que no entró acá, que no conoce la sala y cuando entran no lo pueden creer. Siempre pasa esto de que cuando las cosas son gratis uno supone que no son de calidad y cuando entran acá se quedan helados. Es una sala de primera y eso circula. Aparte lo que cambió es que al institucionalizarse el espacio, hoy esto está abierto todos los días, muchas horas por día y eso le da una tremenda movida al barrio. Eso tiene que ver porque al manejarlo de una manera mas institucionalizada, no es que abro cuando quiero, eso dejó de suceder porque generaba falta de seriedad para el vecino.»
Las distintas actividades se difunden a través de las redes sociales y por el trabajo que se realiza desde la Secretaría de Cultura de Avellaneda. Además, al vincularse con instituciones de la zona se generó que vecinos y vecinas de otros lugares se acerquen a conocer el lugar.
La cultura en Avellaneda
Avellaneda se caracteriza por ser un municipio que en los últimos años ha puesto en valor los distintos espacios culturales y brinda la posibilidad de acceder a ellos de forma gratuita o con valores muy económicos: «Hoy vos poder ir al Teatro Roma pagando $100 una entrada y en capital no podes hacerlo. Se armó un polo cultural, creció muchísimo, todos los espacios en Avellaneda crecieron muchísimo. Aparte está pensado para todos, el laburo que se logró es indiscutible y la manija que se le dio a la cultura también.»
Funciones para chicos con TEA
Hay una de las cosas que en las que se destaca este cine a diferencia de los cines comerciales y son las funciones especiales que realizan para chicos con TEA (Trastorno del Espectro Autista). Las proyecciones se realizan entre una y dos veces por mes y permite que las familias puedan disfrutar del espacio: «Me llamaba la gente para preguntarme como era que se hacía. Es bajarle el sonido, dejarle un poco la luz prendida y poner una película que no genere muchos estímulos. La familia que viene acá sabe que la función es para ellos. Entonces los nenes corren, juegan, van y vienen y los padres están sentados tranquilos porque si vos va un cine con tu hijo que tiene TEA lo más probable es que el de atrás, que no tiene ni idea, se termine enojando. Eso para mí es supremo. No necesitas de recursos grandes, es la decisión política de tener en cuenta al otro y para mí son de las funciones más hermosas, se me pone la piel de gallina, porque vos ves lo que disfrutan los nenes y los padres. La gente se va re contenta y está buenísimo brindarles este espacio.»
Objetivos a futuro y vínculo con el barrio
Los objetivos planteados a futuro son muchos aunque Manuela recalca una y otra vez las ganas de «tener mas talleres y explotar el lugar de gente». Hoy en día se acerca aproximadamente 1500 personas por semana, entre los que van a los talleres y los que se acercan a disfrutar del cine. La oferta surge no sólo de quienes coordinan el espacio sino de los talleristas o vecinos que se acercan con propuestas. Actualmente, por la gestión del intendente Jorge Ferraresi se logró construir dos aulas nuevas que permitirá poner en funcionamiento más talleres: «Tenemos talleres gratuitos que los sostiene le municipio, y ahora implementamos talleres a la gorra que le permite al que ofrece el taller tener un lugar y el que puede le paga. Siempre aclaramos que quien no puede pagar tiene la posibilidad de hacer igual el taller».
«Nosotros estamos mucho en contacto con el vecino, tenemos muy en cuenta lo que nos piden aunque a veces no es lo que uno quiere. Escuchamos que quiere el otro y vemos si uno puede mostrarle otra parte de lo que se hace acá. Nos pasó que un tallerista que daba taller de arte fantástico para chicos y trabajan el género terror. Entonces llega octubre, llega halloween y los nenes quieren eso, pero nosotros somos anti-halloween y se enojan si no lo festejas. Entonces organizamos el ‘Fin de semana de terror’ y se armaron historias de terror basadas en Wilde o en Avellaneda. Se busca la vuelta y ese es el laburo más groso también».
Nos estamos por despedir y antes de hacerlo Manuela se refiere una vez más al barrio como un actor importante dentro del espacio y concluye: «Tenemos que poder ofrecer no solo lo que nosotros queremos sino lo que precisa el vecino. Tenemos que tener la capacidad de escuchar que es lo que el otro necesitar para poder brindárselo. Yo creo que funciona así sino esto es un espacio muerto. Queremos que la gente no se lo pierda, que venga, que chusmee y si tiene propuesta que la traiga. Nosotros funcionamos de esa manera, un ida y vuelta con el vecino, creemos que tiene que ser así. «