A 17 años de la violación seguida de femicidio contra Natalia Melmann, en Miramar, el Tribunal Oral en lo Criminal n°4 de Mar del Plata dictará la sentencia contra el ex Sargento Ricardo Panadero, de la Policia Bonaerense.
En el juicio quedó demostrado la existencia de un plan predeterminado de secuestro, violación y posterior femicidio de Natalia. En ese sentido, piden que el acusado sea condenado a cadena perpetua. Se le imputa al acusado ser coautor del delito de privación ilegitima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado con acceso carnal, y homicidio agravado por la participación de dos o más personas.
En el primer juicio, cuya sentencia fue dictada en el año 2002, los policías Oscar Echenique y Ricardo Anselmini fueron hallados culpables por el delito de “privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento y alevosía, en concurso con dos o más personas para procurar su impunidad”. Por otro lado, se condeno a 25 años de cárcel a Gustavo “El Gallo” Fernández, pero ya se encuentra en libertad. Panadero es el cuarto miembro de las fuerzas de seguridad del Estado enjuiciado por este femicidio.
Natalia Melmann tenía 15 años cuando fue secuestrada por la madrugada, violada y asesinada en el 2001. Su cuerpo fue hallado el 8 de febrero de ese año, luego de que familiares, amigas y amigos la buscaran por descampados y pajonales. La autopsia reveló que sufrio abusos sexuales reiterados, de sufrir diversas quemaduras, ser maniatada y estrangulada con el cordón de sus zapatillas.
El caso de Natalia es un caso de violencia de genero y de violencia institucional. En el confluye un entramado de complicidades e impunidad garantizados por pactos entre miembros de poder que por aquel entonces tenía la Policía Bonearense. Gracias a ellos, la propia fuerza entorpeció y obstruyo deliberadamente la investigación. Ademas, sometieron a los familiares de Natalia a una campaña de amedrentamiento para buscar su silencio.
Es asi como los padres de Natalia no solo debieron afrontar el crimen de su hija. También la obstaculización permanente de las fuerzas del Estado en el avance de la causa, los insultos y agravios antisemitas de familiares y amigos de los policías femicidas, e incluso pintadas lacerantes en la morada final de la joven.
Pese a todo esto, la familia Melmann permanece inquebrantable en la búsqueda de justicia plena por Natalia.