Para que no queden dudas de cómo impacta la iglesia en la agenda política, el candidato a presidente se reunió con el cardenal Orani Tempesta en Río de Janeiro para fortalecer su posición en contra del aborto y las drogas.
Bolsonaro declaró: «Firmamos un compromiso en defensa de la familia, en defensa de la inocencia de la niñez en las escuelas; en defensa de la libertad de religión, contrario al aborto y a la legalización de las drogas».
Con un largo historial de comentarios desacertados que alientan a la discriminación, al racismo y a la homofobia, tiene 59% de intención de voto para la segunda vuelta del 28 de octubre. Según Ibope, Haddad (PT) contaría con el 41%.
Por su parte, Fernando Haddad realizó un encuentro con líderes evangélicos en Sao Paulo para reivindicar su fe. Además, escribió una carta en la que negó todas las «calumnias que se dicen del PT» y sostiene que nadie del partido «propuso la legalización del aborto, el kit gay (…), la elección de sexo por parte de los niños(…)». También mencionó el aborto, la tributación a los templos, la prohibición de culto público.
En Brasil el aborto está permitido por causales: violación, riesgo para la madre o grave malformación del feto. En todos los casos en los que se practique una interrupción del embarazo, es necesaria la intervención de la justicia.
Luego de afirmar que su carta «no es por conveniencia», Haddad criticó duramente a Bolsonaro por el aumento de crímenes de odio y la violencia social que impacta día a día al pueblo brasilero.
El rol de la religión es tan imponente como único: el catolicismo tiene alrededor de 65% de adeptos, mientras que la Iglesia Evangélica ya suma casi un 30% de la población, según una encuesta realizada por la ONG Latinobarómetro en 2017.