El caso de Lautaro Teruel se vio agravado cuando una segunda víctima relató que fue abusada a los 19 años. La denuncia se realizó en la fiscalía, con atención de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual (Salta). La causa está en manos del juez Sergio Obeid.
Los delitos que afronta Teruel son abuso sexual con acceso carnal y exhibiciones obsenas agravadas. La víctima para ese entonces tenía 7 u 8 años y él era mayor de edad. La relación de la víctima con Lautaro era muy próxima, sus familias eran amigas. Y esa proximidad llevó a una reiteración de abusos a lo largo del tiempo.
¿Por qué la joven, hoy de 16, no habló antes? Los tiempos no son para todas igual. Hay quienes guardan el silencio por miedo, para no exponerse o revictimizarse. Muchas se callan por su familia o porque el abusador es alguien querido. A veces el silencio resulta más cómodo, aunque las heridas siempre estén entreabiertas.
En los medios, cuando no se trata de una víctima a la que le conozcamos la cara o el nombre, se esgrimen comentarios absurdos que banalizan los delitos perpetrados. Mirtha Legrand pidió un aplauso para Mario Teruel y para su familia «por el mal momento». Los invitados aplaudieron. Ella dudó que el aplauso sea lo más acertado. Listorti interrumpió para mandarle un saludo a la familia de la chica. Y Mirtha sumó: «son cosas que pasan en esta vida».
No se equivoca. En nuestro país, 1 de cada 3 niñas y 1 de cada 13 niños sufren de abuso sexual. No son cosas que pasan, son cosas que se permiten, se esconden y se refuerzan. Durante la niñez no se puede comprender exactamente qué es lo que está mal, pero de alguna forma, te responsabilizas de ello. Y lo guardas en vos. Quizás para siempre.
No son cosas que pasan. No son cosas que tengamos que pasar. Él tenía más de 18 años, sabía lo que hacía, conocía su cuerpo, conocía las consecuencias de sus actos si se hacía público su accionar. Ella no. ¿Por qué un juego se vuelve clandestino? ¿Por qué el cuerpo se vuelve territorio de conquista y lo allanan quitándote todo derecho?
La víctima se encontró con Lautaro para hablar. Lo grabó. Se escucha cuando él le pide perdón, asumiendo su responsabilidad. Pero se asusta frente al hecho de «ser un abusador». Él lo hizo, sí, pero no quiere ser llamado por lo que es. Le pide perdón otra vez, y otra. Le ruega que no lo denuncie porque podría morirse en la cárcel, porque no aguantaría. Porque lo arruinaría. Él no se detuvo la primera vez que la llevó al baño. No se detuvo la segunda, ni la tercera, tampoco las que vinieron después. Él no se detuvo cuando decidió penetrar a la segunda víctima sin consentimiento. Él no supo parar. ¿Por qué la víctima debe sentir remordimiento?
A los medios que se afligen por la situación que vive la familia Teruel, a los comunicadores y artistas, ¿les importa realmente la justicia? ¿O la justicia siempre debe impartirse para los desconocidos, los pobres, los negros? ¿Cuándo quieren justicia?
No, no son cosas que pasan. Pero tampoco son cosas que vamos a seguir permitiendo.