Argentina se sumó este viernes a la tercera edición de la Huelga Mundial del Clima. De la iniciativa participaron 160 naciones con el objetivo de enviar un mensaje unificado: «frenemos el cambio climático».
Hubo movilizaciones en 30 ciudades del país. Jóvenes y organizaciones ecológicas colmaron las calles contra el calentamiento global y exigir acciones contundentes para abordar la problemática.
En Buenos Aires, la concentración se llevó a cabo en las inmediaciones del Congreso. Hasta allí llegaron miles de jóvenes con diferentes consignas y un mensaje colectivo respecto al cuidado del medioambiente.
En el escenario que se levantó frente al edificio parlamentario, se leyó un mensaje: «el futuro es de los jóvenes y decidimos salvarlo. Por eso, exigimos la acción inmediata del Estado en el cambio climático de nuestro Planeta».
La movilización se llevó a cabo después de que el presidente Mauricio Macri expusiera sus impresiones sobre la crisis ambiental. Lo hizo en la Cumbre de Acción de Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Argentina tiene prioridades más urgentes, tal como la activista Greta Thunberg resaltó en más de una ocasión. Sin embargo, hay fenómenos observables, y no lo dicen europeos sino los propios pueblos originarios.
La explotación abusiva de empresas mineras, los campos y las vidas arruinadas por el glifosato –como la de Fabián Tomasi, referente recientemente fallecido- y el aumento de 0,86° del clima en la menos verde y más cementera Ciudad de Buenos Aires son solo una muestra de que hay una agenda olvidada. Agenda que los gobiernos, los frentes “populares” –aunque con arraigo porteños- y los gobiernos de turno eligen dejar de lado.
A largo plazo, sin un ambiente sano, no hay lucha –por más importante que sea- que tenga sentido en un mundo en el que la supervivencia sea imposible.