Las Ligas del “interior” son los grandes semilleros de futbolistas de los cuales se nutren los clubes que compiten en la Primera División Argentina. La mayoría de las referentes que conocemos tuvieron que dejar sus provincias y mudarse a Buenos Aires para perseguir su sueño – y su derecho – de crecer en este deporte. Paralelamente, tanto las luchas como las conquistas de los equipos que no compiten en el campeonato de AFA, son invisibilizadas. Desde las instituciones se dice que los cambios tienen que comenzar por las bases, pensar en fortalecerlas y abrir el juego a los equipos que no pertenecen a la zona metropolitana, debería ser una de las claves. Lo que sucede en La Liga Cordobesa, una de las más fuertes a nivel provincial en nuestro país, va en un sentido completamente opuesto a eso.
Su último campeón es el histórico Belgrano y está conducido por Daniela Díaz, ex jugadora y primera entrenadora mujer en conquistar ese título provincial. La DT de Las Piratas, que sueña con ver a los equipos cordobeses participando en el primer torneo de AFA, integra el colectivo “Futboleras Organizadas de Córdoba”. Se trata de un frente conformado por distintas organizaciones, en su mayoría feministas, de hinchas de los clubes más importantes. También participan organizaciones que trabajan en distintos territorios con el fútbol femenino recreativo, clubes sociales barriales, periodistas y jugadoras. A través de ella, nos contactamos con el espacio para entender mejor de qué se tratan las luchas y reclamos que llevan adelante. Según nos cuenta Betiana Ballari, una de sus integrantes, “es un frente bastante heterogéneo pero que se arma con un objetivo común: visibilizar las distintas problemáticas del fútbol femenino en Córdoba”.
Las Futboleras Organizadas vienen reclamando desde principio de año que la Liga Cordobesa retroceda en su decisión de cambiar los límites de edad para las jugadoras. Según pudimos saber, la organización pretende para el próximo campeonato cambiar el mínimo de 14 a 16 años y el máximo de 42 a 32. Teniendo en cuenta que las mujeres acceden a este deporte en edad más avanzada que los varones y muchas veces deben abandonarlo porque no hay categorías ni competencias acordes, no hace falta analizar mucho para detectar que esta restricción es un nuevo acto discriminatorio. Opera como un cercenamiento directo a las posibilidades de desarrollo y reduce la igualdad de oportunidades. “Las jugadoras ya habían hecho la pretemporada y, según el relevamiento que hicimos, muchas de las referentes, capitanas y goleadoras de los equipos quedarían afuera”, cuenta Betu.
La primera nota del Frente a la Liga, solicitando la revisión de la medida, fue rechazada. El argumento fue que ningún club había manifestado estar en contra de la decisión, por lo que iban a seguir avanzando.
La Agencia Córdoba Deportes, por su parte, también les respondió negativamente. “No tenemos instrumentos para modificar nada”, les dijeron. Quien sí mostró intenciones de estar a la altura fue el Ministerio de Mujeres provincial. Rápidamente detectaron la violencia institucional que sufren las jugadoras, la precariedad en la que tienen que realizar sus actividades deportivas, y se pusieron a disposición.
Ese puntapié institucional ayudó a abrir la puerta hacia una aproximación entre el Frente y La Liga Cordobesa, pero la reunión pautada quedó trunca cuando se dispuso el aislamiento social obligatorio a nivel nacional.
“Nosotras nos tomamos este tiempo para construir un proyecto de desarrollo del fútbol femenino en la provincia, donde una de las patas fundamentales es que vuelva la condición de tener equipos femeninos para todos los clubes que participan de La Liga. Esto haría, no solo que mejoren las condiciones de juego y de entrenamiento, sino que puedan reincorporarse trece equipos que se retiraron cuando se eliminó la obligatoriedad. Además, le abriría el espacio a muchas jugadoras que quedaron afuera en esa instancia”, cuenta Ballari.
Las Futboleras Organizadas piden también que se reabra la reserva – dada de baja por La Liga en 2018 – y políticas de desarrollo para las categorías infantiles, que actualmente no existen. La restricción en los límites de edad es otro eje clave, ya que según pudieron relevar desde el Frente, la edad promedio de una jugadora de la Liga Cordobesa es de 25 años. “Que el límite se lo imponga cada una cuando sienta que su cuerpo ya no está en condiciones de sostener esos entrenamientos”, sentencian.
El pedido suena lógico. Y fácil de concretar. En palabras de Betiana, que habla en nombre de todo el colectivo que lleva adelante este reclamo, “lo que esperamos es que nos atiendan, que se sienten con nosotras, que tengan una reunión que esté a la altura de las circunstancias. Lo que pretendemos es el desarrollo del fútbol femenino desde temprana edad, entendiendo que es un deporte popular al que tienen que tener acceso todes nuestres niñes, jóvenes y adultas también”.