Cuando conocemos a alguien especial, nos damos cuenta. Muchas cosas cambian en nuestra forma de percibir el afuera y de mirarnos hacia adentro. Recuerdo que conocí a Juan Carr una noche en Plaza de Mayo, saludando y organizando una cena para los que se encuentran en situación de calle. A la vez soñaba con que toda la Argentina “Cante una sola canción”. Hablaba con uno de sus amigos comensales y charlaba con los integrantes del grupo musical que ese día acompañaba la cena. No dejaba detalle sin cubrir. Todos teníamos el mismo nivel de atención, sin distinciones.
En un momento pude charlar sobre mi sueño inclusivo y sobre un proyecto de banco de leche materna, que ahorraría mucho, pero principalmente que mejoraría la nutrición de muchos bebés y él empezó a calcular a cuantos beneficiaría, en voz alta, muy interesado. Me sorprendió su interés, que maneje tantos números, y que sea tan sencillamente sensible.
Por supuesto que #hablamosdeautismo con su compromiso de siempre, y a partir de esa charla me interesé más por los que esperan un trasplante de órgano. Comprendí la importancia de que #donarsangresalvavidas y me comprometí con sus campañas.
Las acciones negativas, pueden desgastar o herir. Quizás se deberían tomar como de quien vienen, pero hoy considero que debemos asumir acciones positivas, ya que es la única manera de contribuir a un análisis justo.
La tarea incansable de “Red Solidaria”, es digna de enaltecer y su conductor mantiene un perfil bajo. Los alcances de su accionar son incalculables. Al hablar con muchas personas reales, jamás escuché una crítica, sino todo lo contrario. Pero como ahora hablan los perfiles o cuentas de redes sociales, de golpe cambian las posturas.
¿Cómo se ve a una persona que deja la comodidad de su hogar, la tranquilidad y el confort, y elige el frío, la calle, con abrigos, máscaras y guantes para acompañar a los que directamente no tienen casa?
Sus sueños y su mística
Cada vez que toma conocimiento de una situación difícil, él está acompañando. Con un mate y un abrazo, escucha al que está sufriendo. Su accionar va más allá de una campaña contra el frío y el apoyo a los que se encuentran en situaciones vulnerables. Estuvo y está con las madres que sufren, fortaleciendo a las que ya no tienen a su ser más querido por una hecho injusto. Acompaña a los padres en las búsqueda de hijos e hijas desaparecidos. Apoya a familiares de víctimas de tragedias. Acompaña a las familias que esperan órganos para salvar las vidas de sus hijos. Y de seguro, no conoceré jamás todo su accionar en extenso. Él está, silenciosamente, está.
Estas son las maneras de cambiar y mejorar. Me parece que la crítica excesiva, por cualquier excusa, no hace más que enaltecer el ejemplo de un verdadero ser humano. Todos los que lo cruzamos en nuestras vidas, vivimos un cambio gracias a él. Éste es el camino de reconstruirnos como una nación solidaria, como un pueblo generoso. Los cambios culturales se logran con el ejemplo y no sólo con palabras o twits.
Atacar a Juan significa vulnerar nuestra propia esencia como argentinos, lo que nos merecemos. Atacarlo implica atacar a la sociedad igualitaria y justa, y nuestro lugar en ella. Atacar a Juan implica no defendernos con propiedad.
Creo que tenemos un ejemplo del “ser inclusivo”, del que busca un sueño construyendo. Existe una gran diferencia entre el hacer y el “escribir” detrás de una pantalla, de manera anónima, buscando una operación negativa de prensa. Yo creo que en nuestro país, somos muchos más los solidarios, los sensibles y los inclusivos, que el resto. Muchos pensamos y sentimos. Muchos vemos nuestros problemas y los problemas de los demás para ayudarlos.
No escribo para defenderlo, él no necesita defensa. Escribo para contagiarnos, para volver a creer en nosotros y en nuestros sueños. Escribo para seguir teniendo modelos y ejemplos, y que todos los conozcan. Porque somos muchos los que seguimos soñando con cambiar nuestro mundo por uno más justo, como Juan Carr.