La ex ministra de Seguridad y presidenta de Cambiemos, Patricia Bullrich, vuelve a ser noticia. No, no por gestión. Tampoco por construcción política, ni una narrativa que queramos visibilizar. Es noticia por sus dichos anticonstitucionales, violentos y, por supuesto, para nada republicanos.
Lo hizo en el marco de una nota donde descalificó la propuesta de Emilio Monzó. Para hacerlo, aseveró que la sociedad ve «en ellos» la fuerza para un «posible sustituto del gobierno en 2021», pese a que las elecciones presidenciales serán en 2023.
Lejos de conciliar, contraatacó los dichos de Monzó e indicó en «Verdad/Consecuencia» por TN: «Es un poco naif, ingenuo, pensar que una construcción política compleja, grande, con partidos como la UCR, la Coalición Cívica, con intendentes, con gobernadores, legisladores, se puede resolver en: Dejemos todo eso, nos juntamos cuatro o cinco, como un equipo de fútbol, y hacemos una propuesta».
Propone como único recambio posible el macrismo que endeudó por más de cien años al país. Lo dice, con soltura, con una absurda incoherencia. Los comicios se repiten cada cuatro años y el hartazgo social que plantea lo hace desde su micromundo porteño.
«Sustituir» no habla de República, habla de acciones antidemocráticas, violentas. Recuerda etapas a las que le gritamos Nunca Más porque defendemos la democracia. Defendemos el derecho al voto y la obligación del mismo. Creemos y defendemos la construcción política en pos de los derechos humanos, civiles, políticos, económicos y culturales. Defendemos priorizar la complejidad política para el bienestar social y el decrecimiento de las desigualdades. No da lo mismo.
Lo simbólico es político. Y repudiamos los dichos de Patricia Bullrich porque no da lo mismo. No da lo mismo que se busque instalar una falsa dicotomía construida por una oposición que supo ser oficialismo y perdió por el voto popular.