Parte I | El aborto en primera persona

Abortamos solas, acompañadas. Abortan mujeres de clase media, pobres y ricas. Abortamos en condiciones dignas, indignas y clandestinas. El Numeral comparte testimonios de personas que abortaron y decidieron compartirlo.

Podemos oponernos al aborto y poner miles de trabas. También indignarnos y decir que hay una vida que se pierde. Podemos argumentar a favor o en contra, pero mientras hablamos hay decenas de personas que abortan. Desde nuestro lugar, decidimos compartir relatos en primera persona de mujeres y cuerpos gestantes que decidieron interrumpir su embarazo.

Todos los testimonios son reales, vividos en carne propia. Para cuidar a quienes accedieron a contar su historia y para darles el lugar a compartir eso que vivieron y guardaron por mucho tiempo en sus entrañas, decidimos resguardar su identidad.


Testimonio 1: En silencio y sin arrepentimiento

Había terminado el secundario hacía 2 meses. Me enteré que estaba embarazada de vacaciones. Era de mi entonces novio. Lo primero que dijo fue «conozco unas pastillas que las tomas y no lo tenés» y no lo pensé. Tenía 17, trabajaba en un kiosco, todavía vivía con mis viejos. ¿Qué iba a hacer con un hijo? Él se encargó de comprar las pastillas cuando volvimos de las vacaciones, eran Oxaprost. Tomé dos y me metí en la vagina otras dos o tres, no recuerdo exactamente la dosis. Era de noche, como las 12.

A la madrugada empecé con mucho dolor de ovarios, retorcijones como de ganas de ir al baño, náuseas, vómitos y sangrado. Estuve así varios días hasta que no aguanté más y fui a la guardia de mi obra social.

No dije nada, ni a mis amigas, ni familia y mucho menos a los médicos que me atendieron. Me hicieron una eco y me dijeron que estaba embarazada. También que debía hacerme análisis de sangre dos o tres días seguidos para ver si la hormona (no recuerdo el nombre) subía o bajaba. Si bajaba era porque estaba teniendo un aborto. Me preguntaron mil veces si sabia que estaba embarazada, si había hecho algo para abortar. Mi respuesta siempre fue ‘no’. Tuve un aborto incompleto que terminó el legrado, una semana después.

Nunca le conté a nadie, mis amigas y mi familia todavía no lo saben. Solamente lo sabe mi pareja actual. Hoy soy mamá de un niño de año y medio, de una maternidad deseada. Si me preguntas si alguna vez me arrepentí, o si hoy en día me arrepiento de haber tomado esa decisión hace 10 años, te digo que no. No me arrepiento para nada.


Testimonio 2: Raspaje, riesgos y desigualdad

Tuve dos experiencias. La primera a los 15. Quedé embarazada de mi novio y mi mamá me obligó a sacarmelo. Consiguió un lugar con dos parteras, bastante conocido por la zona. Te sedaban y te lo sacaban mediante raspaje, sufrí un montón física y mentalmente. Corría muchos riesgos, es más, se pasaron con la anestesia. Desperté dos horas después de lo que debía.

La segunda vez fue por elección, por suerte tenía plata esta vez y pude pagar un ginecólogo. Utilizó un método de succión, con anestesia y ecógrafo monitoreando. Pude realizar la práctica de manera segura. Me levanté a la media hora sin ningún tipo de dolor ni síntoma.

Claramente para las que pueden abonarlo es seguro. Pero para otras, es una riesgo absoluto. Desde lo higiénico hasta lo médico, no están preparados para ningún contratiempo.

Una amiga terminó internada por ir al primer lugar al que fui yo. Le dejaron un pedazo adentro y se le infectó. Tuvo que pasar de nuevo por un raspaje con un dolor horrible. Otra amiga tenía menos plata, solo pudo pagarle a un hombre que te acostaba en una cama llena de pelos de animales, olor y cero higiénico.  Te metía las pastillas y te dejaba a tu suerte.

Es injusto que el que pueda pagar tenga acceso a lo que todos deberíamos tener como derecho. Un proceso digno, higiénico y seguro por sobre todo.


Testimonio 3: Sacar del clóset el aborto

Mi experiencia con un aborto fue a los 19 años. Estaba de novia con un compañero de la secundaria y nos falló el método anticonceptivo. Ese año habíamos terminado la cursada y ambos teníamos planes de irnos a otra provincia para continuar con estudios universitarios. La noticia nos cayó como un balde de agua helada. Inmediatamente me quise morir, nunca hasta ese momento se me había ocurrido siquiera la posibilidad de maternar, menos negociar los planes que durante muchos años me imaginaba para mí.

El chico mucho no quiso acceder a la idea del aborto, pero ya había tomado la decisión. Junté fuerzas y lo hablé con mis padre, católicos practicantes y realmente fue una batalla de gritos y llantos.

En ese momento trabajaba medio turno en un estudio jurídico. Mi jefe me ve llorando en el baño y me preguntó qué estaba pasando. Le cuento y se puso a disposición de mi decisión. Con una amiga averiguamos como era el método menos peligroso, desconocíamos completamente el acceso al Misoprostol, entonces la única opción era hacerla con un médico, pero todo muy clandestino. El problema se presenta cuando debíamos pagarlo: $18.000 en ese momento (año 2001). Mis padres ofendidos decidieron no hablarme por un tiempo.

Por suerte el marido mi amiga trabajaba en un banco. No dudamos en meter la mano en sus ahorros y sacamos 100 o 200 dólares de un cajón y corrimos a cambiarlo. La cita con el médico se hizo esa misma semana. Previamente me hice una eco y estudios de sangre que me pedía ese doctor. El lugar era casi una casa abandonada que lo usaba como clínica para abortos. A la vuelta, había otra clínica donde él atendía consultas de todo tipo.

Entramos a la mañana junto a mi amiga y hermana. Estabamos aterradísimas por todo. Me acostaron, me explicó muy por arriba como sería el proceso, me durmieron y a las 5hs ya estaba despertando. Con algunos dolores y mareos me fui a mi casa, acompañada por ellas.

Hoy soy madre, de un niñe de 9 y soy realmente feliz porque lo decidí a conciencia y deseo. Nunca me arrepentí de haberlo hecho, no tuve traumas. En el debate del 2018 pude contarlo a otras personas dentro de mí familia. Ahí me enteré que mi hermana y dos primas también habían pasado por lo mismo y quizá, en simultáneo conmigo. Pudimos sacar del closet al aborto dentro de mi círculo familiar. Trabajo haciendo acompañamientos con las Socorristas y es lo mejor que te puede pasar. Que sea ley, que podamos decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros deseos, y sobre todo sobre nuestro tiempo.


Testimonio 4: Oxaprost y sin información

Tenía 17 años y usé Oxaprost. No tenía absolutamente ninguna información. Mi mamá fue a una farmacia, le dijeron «dale esto» y me forzó a hacerlo. La pasé muy mal, las pastillas hicieron su efecto pero casi me destruye el cuerpo. Después, gracias a la ginecóloga que me atendió, me enteré que me dieron dosis de más. Para la edad que tenía me sentí totalmente sola, no podía contarselo a nadie porque mi mamá quiso ocultarlo y con ella no podía contar porque estaba enojada conmigo porque «me mandé una cagada».

Creo que la IVE va a mejorar las condiciones. Se va a evitar que más mujeres pasen por todo el proceso que yo pasé post aborto (que es horrible). Es muy importante que haya información, que haya acompañamiento porque, de verdad, no es un proceso por el que querés pasar muchas veces.

Un par de años después me tocó acompañar a mi mejor amiga en todo el proceso, la pasamos juntas. Me encargué de buscar toda la información que pudiera para que ella no pase por lo mismo que yo. Por suerte, encontramos una mujer que nos ayudó a saber con exactitud cuál era la dosis que necesitaba de Misoprostol (nos salieron carísimas). Es muy importante acompañar y también muy difícil a la vez porque sentís una responsabilidad enorme por cuidar a la otra persona. Gracias a mi experiencia anterior, y a esta mujer que nos ayudó, ella pudo sobrellevarlo de una mejor manera.


Testimonio 5: abortar en Uruguay

La madre de mi novio trabajaba en un seguro privado de salud y me consiguió con un médico Misoprostol. Las opciones eran esa o ir a una clínica clandestina, cosa que una amiga ya había hecho pero no me generaba buena espina así que decidí hacerlo yo, sola.

No sabía mucho o muy bien como hacerlo. Todo esto hace unos 12/13 años, realmente no me acuerdo bien porque uno hay cosas que prefiere no recordar y se va olvidando. Según mi suegra tenía que ponerme las 2 pastillas en la vagina, antes de acostarme y que en un par de horas iba a sentir algo.

En la mañana fui al baño y ya estaba hecho. Estuve con una hemorragia alrededor de 1 semana hasta que mi suegro me preguntó y me obligó a ir a la mutualista. Por ser chica o muy inconsciente no me daba cuenta que me podía agarrar una infección. En el sanatorio apenas ingresé, les comenté lo que me había pasado, sin la parte del aborto, solo diciendo que estaba embarazada y que tenía una hemorragia. En ese momento no sabía cómo iban a reaccionar si les decía lo del Misoprostol, solo tenía miedo. Me dejaron ingresada y me hicieron un legrado. Estuve acompañada de mi madre y con mi mejor amiga.

Desde antes de hacerme el test yo sabía que estaba embarazada y sabía que no quería tenerlo, que no iba a tenerlo. Pero después de que pasa todo se te viene el mundo abajo. Hoy puedo hablarlo sin problemas, pero durante al menos 6 años nunca dije nada.


Testimonio 6: maternidades deseadas

Usé Misoprostol. Funcionó, pero no del todo… Terminé internada. Hacía 3 meses había sido mamá. Lo tomaron como “natural” porque todavía daba la teta y a veces relacionan eso con abortos espontáneos.No intervieron hasta el último momento. Esperaron que pase “natural” el aborto. Se complicó, me sentía muy mal y ahí si intervinieron.

Sentí incertidumbre, ante todo. Sabes algunas experiencias, lees cosas en internet, pero en mi caso no funciono del todo y me daba terror porque no sabia que podía pasar. Tenía una bebita muy chiquita y en ese momento pensas que te podes ir al otro lado. Cuando terminé internada y me operaron ya era riesgoso porque me habían hecho una cesárea hacía muy poquito. Tuve suerte que me atendió el mismo obstetra y era un 10. Pero, en el momento, en el antes, en el después es todo bastante difícil. Me acuerdo que me pagué una ecografía en un centro particular cuando pasaron unos días para ver qué onda, y dije que me había hecho un test y quería confirmar.

Antes de internarme me hicieron mi estudios, ecografías. Te miran como «sabiendo», por eso también la última opción es hacerte el raspado porque esperan que pase naturalmente. Parece a modo de castigo. Hasta que no fui muriendo de dolor, nada. Ahí me anestesiaron toda y lo hicieron. Al otro día me dieron el alta.

Yo sabía que cualquier decisión tomada iba a tener consecuencias. Pero cuando quedé embarazada a los 19 años fue algo buscado, aunque parezca loco con esa edad. Y fue tomado así, con la mayor responsabilidad y alegría que te puedas imaginar. Pero esa segunda vez, todo fue diferente. Cuando uno sabe que no es lo que quiere, todo se siente diferente. Al día de hoy, si miro atrás no me arrepiento porque es lo que quería. Me encanta ser mamá, pero creo profundamente que tiene que ser totalmente deseado. Así lo viví yo con mi hija y el día que lo vuelva a vivir, quiero que sea de la misma forma.

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