¿Cuántas cosas hay que hacer antes de exponerte a cualquier situación de tu vida? Anotas la patente del auto, le avisas a una amiga. Mandas ubicación en tiempo real, decís el nombre del chófer. Hasta que, por fin, podes darte el tupé de llegar bien a tu casa y avisar «ya llegué».
Una joven de 18 años accedió a una entrevista de trabajo el pasado sábado cerca de las 14hs. Días antes había coordinado el encuentro por Facebook.
Irineo Humberto Garzón Martínez, quien programó la entrevista y abuso a la joven después, le pidió cenar el viernes por la noche para «poder hablar sobre el trabajo». Ella lo rechazó y accedió a presentarse por la mañana del sábado al local ubicado en Once.
Según el relato de la denunciante, en varias oportunidades Garzón ofreció «vaso de gaseosa o de jugo». Hasta que, finalmente, aceptó. Tras beber, comenzó a sentir mareos y le envió un mensaje a su hermana. «Creo que el dueño de donde trabajo me drogó porque me siento mareada», expresó en un mensaje de WhatsApp y envió la dirección.
Llamaron a la policía que, cuando entró al local, encontró a la joven y al acusado vistiéndola y poniéndole los pantalones.
La policía se lo llevó y la justicia lo dejó libre.
Procesado, pero libre
Karina Mariano Zucconi, a cargo del juzgado nacional en lo Criminal y Correccional 15 procesó a Humberto Garzón Martínez por «abuso sexual agravado con acceso carnal». Sin embargo, permitió que el acusado continúe en libertad. Agravando el delito de «abuso sexual simple» por el que se lo imputó en un comienzo.
Agravó el delito, pero lo premió con su libertad y una pequeña advertencia: la prohibición de tomar contacto por todos los medios de la víctima. Además, no podrá salir del país y se le embargarán los bienes en $90.000. Y todo deja sabor a poco.
Según señaló a Telam el abogado de la víctima solicita que se revoque con urgencia la excarcelación. Advierte que Garzón puso como domicilio «la casa de su hermana, en la calle Tandil, en Mataderos, pero luego se presentó a declarar la hermana ante la Justicia y dijo que él no vivía con ella, sino que vivía en el local».
“Estaba drogada, con la ropa sucia, el torso desnudo y colocada así nomás una remera del hombre. La encontramos con la ropa interior mal puesta, descalza y con los cabellos revoltosos”, aseguró la madre de la víctima. Y agregó: “Es un violador que no debería estar suelto, sino estar preso esperando el juicio. La Justicia nos dijo que está libre porque no tiene antecedentes”.
La complicidad de la justicia con los abusadores agrava la seguridad de la víctima, la vulnera. Mujer y migrante, en un país que no es el suyo. Y una justicia absurda, empática con un abusador que no debe quedar impune.