Analía se define como terapeuta sexual, sexóloga con perspectiva de género y educadora en sexualidad. Es cordobesa y transmite su gran pasión a través de talleres, la educación y el arte. Habla mucho sobre la importancia de educar. Para poder entender y elegir desde la verdadera libertad. Habla pausado, explica con la paciencia de la vocación docente.
La licenciada Analía Lilian Pereyra, dice que sobre todo es una mujer que ama lo que hace. Tiene una hija de veinte, Sofía y dice que intenta disfrutar de todos los momentos de su vida. Cuenta que es hogareña y que su trabajo le absorbe la mayoría de su tiempo pero intenta encontrar momentos de ocio. Derriba el mito de que para poder ser sexóloga hay que necesariamente transitar por todas las experiencias porque ella dice que la escucha sobre el otro es la que la hace al profesional y no a la inversa. La perspectiva de género es necesaria en todos los espacios y la sexualidad no es la excepción.
¿Qué significa ser una sexóloga con perspectiva de género?
Me gusta hacer pensar a la gente. Revisar los condicionamientos que impiden disfrutar de una sexualidad plena. Me gusta educar. En mi consultorio me consultan por varias dificultades e intento dar una respuesta que abarque a toda la persona. Y muchas veces eso tiene que ver con conceptos que ya traemos desde la infancia. Los mandatos nos han marcado toda la vida. Culturalmente las mujeres hemos sido educadas en la culpa y la vergüenza. La desconstrucción es necesaria para poder pensarnos como sujetos deseantes.
¿Por qué elegiste esto y de qué manera lo transmitís?
Siempre tuve una gran sensibilidad. Una capacidad de empatizar con la otra persona. Antes de hacer esto fui profesora de yoga. Después me especialicé en sexología pero tengo una gran conexión con mi cuerpo. Doy postgrados, talleres y atiendo en mi consultorio particular. Tengo un segmento en televisión y un programa de radio. También actúo junto a un humorista. Estos son todas las maneras en que transmito mi conocimiento.
¿Cómo se traduce a lo cotidiano la diversidad? ¿Qué significa poder instalar este tema en la sociedad?
Me pongo los anteojos de perspectiva de género y de derechos. Todos los profesionales deberíamos. Doy capacitaciones para la diversidad en la mesa de la diversidad sexual en Río Cuarto. Al estar ahí conecto con las historias de vida de las personas trans que han vivido vidas muy diferentes a una persona hetero cis. Ponerme los anteojos de la diversidad nos sirve conocer y comprender. Si solo me paro en lo biológico pierdo la integralidad del ser. Las respuestas se buscan en el diálogo. Es una propuesta política de cambio y transformadora de la realidad.
¿Qué diferencias o dificultades encontras entre la capital y la provincia?
Las capitales tienen personas con mentalidades más abiertas y por ende tienen mayores oportunidades de conocer. Por eso apunto a la educación. Quizás las religiones nos han encasillado y han coartado libertades. Nuestra sociedad heterocentrista del patriarcado impone ciertas normas. En la Capital al haber mayor diversidad de personas difiere de las ciudades del interior.
¿Por qué crees que las mujeres y disidencias nos estamos planteando tantas cosas y hay tanta resistencia desde el otro lado?
Yo elijo esta profesión para poder hablar de estas cosas que a veces se ven como muy complejas. Vamos eligiendo transitar diferentes caminos. Yo también hice mi recorrido. Hoy estoy feliz con mi propia sexualidad y creo que es lo que tenemos que transmitir todos los profesionales. Respecto al varón la mujer es lo otro. La mujer en cuanto sujeto no rechaza al varón sino lo que rechaza es el rol absoluto y autoritario. La imagen femenina ha sido una invención suya de lo que la mujer debe ser. La mujer debe ser madre, debe tener instinto materno por ser útero, para seducir al varón ella debe mostrar lo que a él le gusta. Las jovanas están con una fuerza y con un empuje con la bandera de derechos. Se resisten a las opresiones. Como dice Simone de Beauvoir “la humanidad es macho”. El hombre define a la mujer no en sí misma sino en relación con él. No la considera como un ser autónomo. Está bueno revisar en la historia que la anatomía siempre estuvo sesgada por la mirada del hombre.
La mujer en cuanto sujeto no rechaza al varón sino lo que rechaza es el rol absoluto y autoritario. La imagen femenina ha sido una invención suya de lo que la mujer debe ser.
¿Qué significa que la sexualidad este todavía atravesada por el patriarcado?
Nuestra construcción histórica social parte de un modelo cis. Hay dos modelos anatómicos y por eso hay dos géneros. Hacemos una repetición sistémica de esos valores y nos colocan a cada una en un lugar determinado desde lo histórico y lo social. Nosotras debemos hacer una desconstrucción imprescindible en la horizontalidad. Hay que revisarnos como sujetos de derechos, de deseo. El sentido final es el disfrute y la autoafirmación. Poder revisarnos las mujeres en nuestro rol social y no querer ocupar ese mismo rol. Es una lucha diaria la desconstrucción y cada uno lo hace en sus espacios. Las mujeres proponemos relacionarnos desde un lugar de amorosidad. De responsabilidad afectiva, más allá de si es una relación duradera o casual. No desde el modelo que propone el porno sino desde el sujeto. Por eso remarco que es tan importante la educación y los roles que nos asignan desde que vamos a la escuela.
¿Qué crees que nos falta para vivir una sexualidad más plena?
Conocer nuestro cuerpo. Salir del closet de nuestro propio de goce. Conocer nuestro modelo de sexualidad. Cada persona es única. Conocer nuestro cuerpo, conocer nuestro placer. Tenemos un modelo de sexualidad internalizado. Vivenciar el propio cuerpo, disfrutar de las experiencias, de las sensaciones. Sentir placer.
¿Qué consejos les darías a las mujeres para que puedan vivir una sexualidad más plena?
Que pertenecemos a la mitad que nació con el “sexo débil” y por eso crecemos sin conocer el poder de nuestro cuerpo. Nuestra libertad es cortada así funciona el poder patriarcal, es su estrategia perfecta. Lograr la soberanía sobre nuestro propio cuerpo deseante y dejar de pedir permiso para gozar. Salir para decidir. Necesitamos conectar con nuestros deseos. No pedir autorización. Ser nosotras las dueñas de nuestro territorio original.