La presencia de mujeres dentro de las ramas económicas vinculadas al cuidado reproduce la desigualdad de género, mostrando las actividades feminizadas y masculinizadas con una clara división.
Entre las tres actividades feminizadas encontramos servicio doméstico (98,5%), la enseñanza (75,6%) y los servicios sociales y de salud (69,3%). Contrariamente, los sectores más masculinizados son la construcción (3,1%), la agricultura, y ganadería (8,0%) y transporte y comunicaciones (8,7%) en tanto ámbitos considerados en el imaginario social como exclusivos del varón.
A su vez, la representación de las mujeres en puestos directivos o jefaturas es significativamente inferior a la de los varones (32% en total), incluso en los sectores feminizados. El único sector donde las mujeres muestran mayor participación en cargos de alta jerarquía es en la Enseñanza (75%). Otro aspecto para destacar es que, en las actividades más masculinizadas la participación de las mujeres en los altos cargos es mayor que en el total de empleades.
Si bien el acceso a este tipo de cargos no es intrínseco a la propiedad de los medios de producción, el bajo porcentaje de mujeres en direcciones o jefaturas también se encuentra vinculado a su sub-representación entre les patrones y cuentapropistas. En este caso se dan porcentajes del 30% y 42%, respectivamente.
Por otra parte, en este contexto, es importante destacar la discriminación que sufren las mujeres en el sector de la Salud. A pesar de que ellas representan a 7 de cada 10 empleades en la actividad, las mujeres sufren una gran discriminación laboral. La misma hace evidente tanto en el menor acceso a puestos de decisión como en la desigualdad salarial. Ésta última se amplifica en los rangos de mayor jerarquía.
La desigualdad salarial tiene como principal fundamento las diferencias en la cantidad de horas trabajadas en el mercado laboral. El resultado es la desigual distribución en las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas realizadas mayoritariamente por mujeres. En todos los sectores, sin excepción, la cantidad de horas que trabajan las mujeres es menor a las realizadas por los varones.
Las mayores diferencias se registraron en el sector de la Industria (15 horas); Agricultura y Ganadería (12 horas); y Construcción (12 horas).
Por lo tanto, si en lugar de tomar la remuneración mensual observamos el ingreso horario, las brechas salariales se reducen considerablemente. No obstante, en los sectores con mayor participación de mujeres, como en la enseñanza y en los servicios sociales y de salud, la brecha en el ingreso continúa siendo significativa. Se trata del 56,8% y 17,6%, respectivamente, en favor de los varones.
Por último, es importante destacar que estas desigualdades se dan incluso a pesar de que las mujeres están más calificadas. De las 15 actividades relevadas, en 13 la mujer presenta más años de educación que el varón.