Se cumple un nuevo aniversario de la represión que mató a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. En conmemoración, movimientos sociales marcharon desde la estación de Avellaneda -que lleva los nombres de los jóvenes asesinados- al Puente Pueyrredón.
La represión del 26 de junio de 2002 ocurrió en el marco de una movilización piquetera por la crisis socioeconómica que golpeaba al país. En ese entonces, el gobierno estaba en manos de Eduardo Duhalde, presidente interino. Los medios, cómplices, titulaban «la crisis causó dos nuevas muertes» y sembraban dudas e internas entre organización sociales. Sin embargo, los verdaderos culpables tenían nombre y apellido.
Mientras las afirmaciones cosechaban dudas, las fotos que comenzaron a circular la disiparon. Los fotógrafos Pepe Mateos y Sergio Kowalewski capturaron la represión que encabeza el comisario Alfredo Fanchiotti en la estación de Avellaneda.
Las condenas parecieron agotarse en el excomisario y en el excabo primero Alejandro Gabriel Acosta. El 9 de enero de 2006, el Tribunal Oral 7 los condenó a prisión perpetua junto a otros efectivos de la Policía Bonaerense, los autores materiales. Sin embargo, el reclamo sigue preguntándose por los responsables políticos hasta hoy impunes.
El 26 de junio de 2002
Hace 19 años, la jornada de lucha y movilización había sido convocado por organización que reclamaban planes sociales y aumentos salariales. Además, el contexto había contribuido a una alta tasa de desocupación y requería de solidaridad y compromiso. Esa mañana la Policía Bonaerense había montado un operativo junto a las fuerzas federales.
Cerca del mediodía las organizaciones concentraron en Plaza Alsina y comenzaron a marchar hasta Puente Pueyrredón. Además de movimientos de desocupados y partidos de izquierda, participaron asambleas barriales que marcharon por Avenida Pavón hasta Mitre.
Entre los manifestantes que caminaban por Pavón estaba Maximiliano. En las inmediaciones de la estación de Avellaneda recibió un balazo. Caminó, como pudo, hasta el hall y se desplomó. Quien se acercó a ayudarlo fue Darío Santillán, quien lo vio tirado en el piso. En ese preciso instante un grupo de policías lo rodeó mientras intentaba socorrer a Kosteki.
Quiso esquivarlos, correrse. Pero no alcanzó y recibió una bala en la arteria femoral.
La persecución continuó hasta la tarde. En total, noventa personas terminaron heridas, 200 detenidas y dos muertos: Darío y Maximiliano.