«Cuando la luz del ocaso, me ciegue los pasos, pararé al costado, aunque la voz del camino de lejos me grite ¡seguí!. Levantate y seguí. Hasta la victoria siempre». Perdonen esta cita del rolinga rehabilitado que soy, pero no me puedo sacar esta canción de la mente. Debe ser que dormímos poco, que festejamos mucho. Que nos permitímos mandar cosas a grupos de chat formales en horas de madrugada. Y Tu tía te manda una foto de Messi. Y el trabajo práctico que tenes que entregar o el final que debes rendir no es un «cuco» (ahora no es un «cuco»). ¿Todo esto tiene una explicación lógica? Claro que no. ¿Hay que buscarla? Mucho menos.
Cortamos la racha después de 28 años. Eternos. Interminables. Se fueron. Ya no están. Hoy 11 de julio podemos decir que los únicos argentinos y argentinas que no vieron campeón a nuestro país, son esos bebés que nacieron hoy. Pero, tranquiles «babys», la pelota siempre al 10 que ocurrirá otro milagro. Perdón, otra recaída «stone».
El tiempo siempre da la razón. Y Lionel Messi tuvo que esperar tanto como nosotros. Pero a diferencia tuya, mía, de la vecina, de cualquiera que se te ocurra, él no podía echarle la culpa a nadie. Nosotros y nosotras sí. ¿Imaginas que insoportable es no lograr un objetivo y no poder inculpar a nada ni nadie? Toda esa frustración y miedo que teníamos se lo volcamos a él. Y Lionel nunca te dijo nada.
Y si los ojos no se te hicieron dos pelopinchos cuando le mostraba la medalla a su compañera y a sus hijos por videollamada, no se si debas seguir leyendo, Te doy permiso de que salgas. Porque esa imagen es el símbolo de este fucking momento que vivimos. Hablar con nuestra gente por la pantalla. ¿Nos sorprendió tanto ese momento? ¿O de verdad nos creímos que era un superhéroe?. ¿Pensamos que iba a salir volando diciendo que su misión había terminado? Es como vos, yo, ella. Es argentino.
De nada sirve mentirse a uno mismo dice una banda de Mataderos (perdón, es la última cita aleteando como un pollo). Pero admitamos que teníamos miedo. Lo tuvimos y lo vamos a seguir teniendo. Pero siempre considerémonos privilegiados y privilegiadas de tener a alguien con quien enojarnos. Son las amargas delicias de tener al mejor, otra vez. Porque ya tuvimos un D10S. Hoy en el lugar donde se merece pero también donde más nos duele.
Salud campeones, salud campeonas.