Un 26 de julio de 1952 (casi) un país entero lloraba la partida de una de sus líderes políticas más importantes y trascendentes de la historia. Hace 69 años María Eva Duarte de Perón daba un paso a la inmortalidad. Eva, Evita, la abanderada de los humildes, fue una mujer que no solo marcó una etapa política, social e histórica en Argentina, si no que trascendió las fronteras y se convirtió en una líder indiscutida mundialmente.
El amor que sembró en su pueblo nunca pudo ser apagado. Proscribieron al peronismo, robaron su cuerpo, lo mutilaron. Pero aun así no pudieron borrar la enorme marca que había dejado en millones de argentinos y argentinas que se sintieron reconocidos y representados como nunca nadie antes lo había hecho.
Evita es símbolo de sacrificio, entrega y un amor absoluto por su pueblo. No solo por sentirse reflejada en ese pueblo del que ella misma procedía, sino también porque justamente conocía sus necesidades y las injusticias a las que estaba condenado. El olvido al que estaban sometidos los descamisados, sus grasitas, sus cabecitas negras, lo sentía en el cuerpo, lo había vivido en carne propia. Y ese fue el principal motor para lograr tanto en tan corto tiempo de vida. Eva echó luz en esxs cientxs de miles invisibilizadxs.
Eva veía en las mujeres una fuerza para la transformación de la Patria. Por eso pensó en todas esas mujeres olvidadas brindando oportunidades de oficios como la enfermería o la entrega de las máquinas de coser para aquellas que querían trabajar desde sus casas. Pero también creó “Hogares de Tránsito” para aquellas mujeres solas con hijxs. Creó los “Hogares escuelas” donde las mujeres que trabajaban podían dejar a sus hijxs pupilxs o medix pupilxs. Y el “Hogar de la Empleada” para las mujeres solteras.
“Este es un llamado a todas las mujeres americanas para que se enrolen y trabajen por la afirmación de una doctrina que impulse hacia los principios por los que debe luchar la humanidad presente. La mujer representa más de la mitad de la población americana y no reclama sus derechos con actos de requisitoria en favor de la justicia de su causa. Reclama, en cambio, un lugar para compartir con el hombre sus jornadas y para trabajar con él para el triunfo definitivo de la fe, por la voluntad y la vida que se nutren en su espíritu generoso y porque las ciudades, los campos y la civilización, también fueron afianzados con energías femeninas.”
Pero para que las mujeres pudieran votar no solo bastaba con reconocer un derecho. Había que organizarlas, empadronarlas, darles un documento de identidad. Y ahí estuvo Evita a la cabeza haciendo de esa ley una realidad efectiva. Ahí estuvo enviando cientos de censistas por todo el país para que ninguna mujer se quedara sin su derecho a votar. Ahí también estuvo Evita fundando el Partido Peronista Femenino para darle a las mujeres que se reconocían peronistas un lugar de discusión política y organización. Ahí estuvo Evita promoviendo candidatas en las listas peronistas. Ahí estuvo Evita transformándolo todo a su andar. Es sin dudas el mayor reconocimiento que debe hacérsele a Eva. Porque esa organización femenina fue fundamental para que las mujeres argentinas pudiéramos seguir conquistando derechos con el pasar de los años.
Hoy Eva sigue siendo faro para muchas y muches. En Eva nos reconocemos y nos inspiramos. Nunca la conocimos, pero el amor, como dice una vieja canción del rock nacional, el amor es más fuerte. El amor traspasó generaciones y lo seguirá haciendo. Porque Eva no fue, Evita es y continuará siendo un símbolo de la lucha de las mujeres. Porque si Eva pudo transformarlo todo, nosotras también podemos seguir haciéndolo. Hasta que caiga el patriarcado y por la eternidad.