Por disposición de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), se declaró el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas. En este día se conmemora a las víctimas, se visibilizan la violencia y se invita a reflexionar y exigir verdad, memoria y justicia.
La fecha surgió por iniciativa de de FEDEFAM (Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos y Desaparecidos). El objetivo es fortalecer la conciencia mundial con respecto a una práctica que persiste.
Según la definición de la ONU, se considera desaparición forzada cuando «se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel». También la definición incluye a «grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley».
Por otra parte, el día es especial tanto para organismos como para familiares de víctimas, particularmente en Argentina. La violencia sucedida en el marco de la última dictadura cívico-militar, ha dejado un salido de 30.000 personas detenidas y desaparecidas en centros clandestinos.
Cada 30 de agosto Organismos de Derechos Humanos se proponen concientizar sobre los derechos humanos. Asimismo, visibilizan que son cuestiones que el Estado debe garantizar y que, muchas veces, limita o viola.
Las desapariciones forzadas son mecanismos que habitualmente se utilizan en contexto de dictadura militar. Sin embargo, estos hechos privativos de la libertad y de los derechos humanos ocurren en Estados democráticos. Recordamos los casos de Facundo Astudillo y Santiago Maldonado desaparecidos y asesinados por agentes de seguridad.