Periodistas, panelistas, twitterxs pasaron días y noches intentando descifrar qué pasaba entre Wanda Nara y Mauro Icardi. Al parecer, la vida íntima volvió a ser tal y los rumores sobre una separación millonaria cayeron inmediatamente.
El festín mediático comenzó con una historia misteriosa de Wanda en su Instagram y un mensaje contundente: «otra familia que arruinaste zorra». Un fondo oscuro, cuasi de luto, y un texto que marcaba el camino. ¿Quién era ‘la zorra’? ¿Por qué la familia había sido arruinada por ella? Inmediatamente la opinión pública asoció a una tercera persona con Eugenia «la China» Suarez. Hasta su descargo, nadie había puesto nombre y apellido, excepto los periodistas y una agresiva Yanina Latorre que, como nos tiene acostumbrados, no perdió tiempo y comenzó con amenazas y todo tipo de violencia simbólica.
Y ahora sí. Vamos por partes de esta historia que termina con un desenlace fatal. Sí, fatal. Wanda terminó ‘perdonando’ a Icardi gracias a una carta que le escribió él después de aceptarle el divorcio. Y la verdad, más que los mensajitos con otra, lo que debería hacer replantear una relación es la carta de Maurito.
Hago una parada técnica: no rompemos el feminismo hablando de esto. Nos interesa porque las partes decidieron hacer público cada detalle, cada minuto que pasaba, una nueva foto, un nuevo posteo. Otro mensaje extraño que decía mucho y no decía nada. Nos subimos a la vorágine, pero nos bajamos cuando el ambiente se tornó hostil, pedante o violenta. Tampoco apelamos a la competencia instalada por el machismo, porque entre las idas y vueltas, las protagonistas hicieron lo suyo.
La China y su descargo
Todo parecía muy fácil de descifrar. La vida privada se hizo pública y desde la primera historia de Wanda, se vivió como una novela cada detalle. Wanda tiró la piedra y la ‘China’ respondió de la misma manera.
En una serie de historias explicó que ella había caído en la trampa al creer en hombres que advertían que se estaban separando. Pidió empatía y señaló que a ella se la estaba acosando y violentando más por su posición que al propio Icardi, que anda flojito de papeles.
«Escribo esta carta para bajar el ruido de mentiras, maltratos y miradas inclinadas en la construcción de historias manipuladas para, una vez más, ser el chivo expiatorio de la violencia mediática», señaló.
Siguió diciendo que mantuvo el silencio «por miedo e inexperiencia». «Por no saber cómo nombrar el nivel de mentiras y atrocidades que se dicen para sustentan el minuto a minuto televisivo», explicó desde España. Y en la siguiente historia explica algo más. «Me ha tocado relacionarme con hombres a los que les he creído siempre sus palabras: que estaban separados o separándose y que no había conflictos. Siento en esta situación un Deja Vu infernal, donde vuelvo a pagar con mi reputación cuestiones que son de dominio personal de cualquier mujer».
Según detalla, su problema es la inexperiencia -que no sería la primera, ni la segunda- y «la credibilidad». «Una repetición que deja a la luz mi inexperiencia y sobre todo profunda credibilidad que le di a estos hombres que luego guardaron silencio dejando que me comieran los lobos. Parece que es más creíble para esta sociedad, sabiendo cómo se manejan ellos siempre, que yo sea la mala, la que engaña y no la engañada». Y continúa con algo que es cierto. «El costo de sostener la imagen de una familia feliz lo pago yo, no el hombre que fue irracional o tuvo un desliz»,
«Lo que sucedió es una situación que yo no comencé, no alenté y no provoqué. Tener que contar esto también habla de la poca privacidad que tenemos las mujeres. Mientras tanto un montón de calificativos dañinos pidiendo mi cabeza desde hace tiempo, en donde el peso de cómo se me juzga a mi es absolutamente asimétrico. Caso contrario se sabría que yo no fui quien insistió y propicio esta situación», concluyó.
Básicamente, parte de sus dichos son totalmente entendibles. Ella no es responsable de romper nada, su posición podría ser moralmente inaceptable, pero no le debía a nadie fidelidad. El que no comprendía la lógica de los acuerdos propios en la pareja fue Mauro, una vez más. Aunque, podemos tener nuestros reparos. ¿Hablar por mensajes con alguien más es infidelidad? No, claro que no. Salvo que los acuerdos dentro de una pareja sean tales y se pongan en manifiesto.
El drama viene por otro lado, pero no lo voy a adelantar ahora.
La respuesta de Wanda
Ni lerda, ni perezosa, la respuesta de Wanda no tardó en llegar. ¿Por dónde? Por supuesto que por Instagram.
Con un posteo que tenía varias fotos de ella y Mauro, señaló que las fotos ilustraban la buena relación con su pareja durante los últimos tres meses. Y escribió «De mi familia me ocupo yo, de las putitas la vida». Tajante, pero penoso. Entiendo el dolor que probablemente vivió al sentirse dañada y al verse vulnerable, pero no olvidemos lo que sufrió cuando la presión mediática cayó sobre ella más de una vez. Por sus relaciones, por su pasado y su presente. No es un River-Boca, pero cada una usó la carta que consideró más fuerte.
También es verdad que lo que pasa en las redes no refleja absolutamente nada. ¿Cuántas parejas suben fotos y videos mostrándose enamorados, pero al final del día se llevan mal, pelean o no se hablan? Hasta acá, sobre esto, el criterio de la China tiene más sentido que el de Wanda.
Los papelones de Icardi
Mientras Yanina Latorre mostraba mensajes que había replicado
un periodista de Clarín -sí, los primeros mensajes que vimos de la charla China-Icardi no eran tales, eran de un periodista que reconstruyó con supuestos– y circulaba por todos los programas del Trece, Icardi aprovechó a papelonear.
Más instagramer que nunca, faltó a dos entrenamientos y subió cinco publicaciones al hilo. El día que se descontroló todo le deseó feliz día a Wanda por el Día de la Madre. En el siguiente le agradeció que siga confiando «en esta familia hermosa». Al día siguiente, el 20 de octubre escribió: «Abrázame Fuerte, y no me sueltes nunca». El 21 y el 22 siguió con fotos juntos, pero en blanco y negro. En el medio dejó de seguir a todo el mundo de Instagram y solo era seguidor de Wanda Nara.
El 23 de octubre subió una foto suya, de espalda, con el mensaje «Una solo no viene mal tampoco». Qué pesado.
De pronto el Icardi de bajo perfil se perdió. Entre las historias, también hizo lo suyo. Dos de ellas con Wanda sobre él, aparentemente dormida. La última, previa a la carta que se viralizó y «el perdón» de ella, el jugador reclamó que «sea clara» porque «se hacía la soltera en Instagram» y después lo iba a buscar. Estrategia de reconciliación bastante rara.
Tanto llanto por nara
Ya la historia empezó a aburrir, la sobreexposición empezó a molestar y las formas que utilizaba el jugador para comunicarse empezaron a exasperar.
El 25 Wanda sube una publicación con un pie que explicaba por qué lo perdonaba.
«Las fotos que fui subiendo los últimos meses muestran lo bien que estábamos y lo felices que éramos. A partir de lo sucedido, quede muy herida. Cada día le pedí a Mauro el divorcio. Cuando él se dio cuenta que no había marcha atrás, me dijo que no podíamos seguir así, que si separarnos era la única forma de poner fin a tanto dolor, que lo hiciéramos. Fuimos al abogado. En dos días Mauro aceptó todas las condiciones y firmamos el Acuerdo», comenzó. Y siguió: «Al día siguiente me escribió una carta como nunca nadie me había escrito jamás: “Te di todo y tenes todo, ojalá puedas ser feliz porque eso me haría feliz a mi”. Y ahí me dí cuenta de algo: que teniendo todo no tengo nada si no estoy con el».
Al final concluye que todo lo que vivieron los fortaleció. «Estoy segura que este mal momento que atravesamos nos fortalecerá como pareja y como familia. Lo importante es que los dos tuvimos la libertad de ponerle fin a nuestra historia de 8 años, pero con el alma cansada de llorar, libremente nos volvimos a elegir».
Y por supuesto, como todo en esta historia, la carta comenzó a circular. Una carta que no se parece en nada a lo que menciona Wanda.
En ella, asegura «Nunca te mentí ni te inventé nada, solo tuve un error pelotudo. No te das cuenta que lo único que querés es divorciarte, aunque en mi interior y mi alma sea lo peor que me puede pasar». Ya empezó fuerte, con advertencia.
De repente habla de plata. «No me interesa lo material, eso te lo entregué siempre a vos. Siendo millonario me visto de H&M y ropa de Amazon». Y sigue, pero un tanto más violento. «No puedo seguir aguantando tus malos tratos, tu ningunearme, tu pelotudearme como haces siempre (…) Ahora querés la joda, querés escribirte con tipos. Espero que el próximo futbolista sea el 1% de lo que fui yo con vos. Arruinaste todo por un chat de mierda que no significaba nada para mí«.
¿Ella arruinó todo? De victimario a víctima, de cordero a lobo en un par de líneas.
Concluye diciendo que la ama y que desea que sea feliz.
No sé si es un final feliz, pero tanta exposición se volvió redundante y nos invitó a repensar las formas que tenemos para vincularnos con nuestras parejas. O, en lo personal, me llamó a reflexionar. Al final del día, volvió todo a su lugar, pero ¿Con qué fin se viralizó todo el drama que empezó con algunos mensajitos de Telegram?
Te invito a dudar, al final capaz no pasó nada, nos vendieron pescado podrido y estamos acá, 1641 caracteres después, cuestionando lo que parecía una verdad incuestionable.