El Diego está ahí parado en el medio de la bombonera, tan chiquito el más grande del mundo, se envuelve con sus brazos y llora. Corre el año 2001, es un 10 de noviembre y el Diego se despide formalmente como jugador de fútbol profesional. Y como no podía ser de otra forma, da uno de sus discursos más entrañables.
Cuando dije de escribir esta nota el solo hecho de pensar en él, a un año de que ya no está con nosotros, se me hizo un nudo en la garganta. Es inevitable recordarlo y no llorar, ¿qué quieren que les diga? Pero para quienes lo amamos en vida por todo y a pesar de todo lo que era ser Diego Armando Maradona este es un día muy triste. Quizás de los días más tristes de nuestras vidas. Porque, también, para quienes nos sentimos parte de un pueblo que lucha y que resiste el Diego es símbolo de eso. Siempre se sintió parte de ese pueblo y nunca lo abandonó. Eso el pueblo no lo olvida nunca. Por eso un 25 de noviembre salió a la calle a despedirlo solo como se despide a los grandes. Y, aunque ya la historia te reservaba un lugar enorme, ese día pasaste a la inmortalidad Diego.
¿Dónde estabas el día que…?
Uno siempre se hace esas preguntas, ¿no? Cuando me enteré de la muerte del Diego estaba en el trabajo. Un amigo me escribió y me dijo “murió el Diego”. Me negué a creerlo. Cada vez llegaba por más lugares la noticia. Tantas veces nos habían matado al Diego que dije «no, no puede ser». Pero era. Y ahí apareció mi amigo Juan P, quizás de los más maradoneanos que conozco en esta vida. Y nos miramos y no pudimos decir nada. Era como que el mundo se había parado para siempre. Y sí, la vida de D10S se había detenido para siempre.
Quizás leas esta nota y digas “bueno che, ¿para tanto?”. Y la verdad que sí, el dolor puede ser para tanto a veces. No tiene mucha explicación. Como tampoco lo tiene que muchxs comenzaron a quererlo desde ese día. No los juzgo, pero lo lamento por ellxs un poco porque se perdieron de amar al dios del futbol mundial en vida. Pero el Diego logró todo eso y más.
“No sé con qué pagarles, de verdad. Yo traté de ser feliz jugando al fútbol y hacerlos felices a todos ustedes. Creo que lo logré”, comenzaba diciendo Diego aquella tarde de noviembre. “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Eso no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. Pero… pero la pelota no se mancha”, continuaba. Para finalizar “Buenas tardes y que este amor no se termine nunca”.
No soy bostera (muy lejos estoy de serlo) pero te juro Diego que este amor, este amor no se va terminar NUNCA.
Hermosa nota! se me llenaron los ojos de lagrimas.