Higui de Jesús es cartonera, futbolista, lesbiana y para muchos un claro ejemplo de la criminalización hacia las disidencias. Este martes, comenzará a ser juzgada por haberse defendido en un intento de violación grupal correctiva en el conurbano bonaerense.
Durante esta mañana, Eva Analía de Jesús de 47 años, ingresó al Tribunal Oral Criminal N°7 de San Martín acusada de homicidio simple perpetrado contra Cristian Espósito, uno de los tres protagonistas de un intento de ataque sexual que nunca fue investigado correctamente.
Tras el hecho, Higui estuvo ocho meses privada de su libertad. Pero finalmente, la Cámara de Apelaciones de San Martín le concedió la excarcelación extraordinaria gracias a una fuerte movilización para exigir su excarcelación.
Ver esta publicación en Instagram
Una publicación compartida de Absolución Para Higui (@absolucion_higui)
Con las consignas «Yo también me defendería como Higui» y «Autodefensa no es delito», sectores del movimiento LGBT+ y de los feminismos se movilizarán fuera de los tribunales reclamando su absolución.
«Estoy nerviosa, me siento acompañada por las pibas», dijo Higui antes de entrar al Tribunal mientras sostenía una pelota y una remera con la imagen de sus mascotas.
Además de hoy, el juicio tendrá otras tres jornadas el 16, 17 y 22 de marzo. Allí se espera la declaración de aproximadamente 30 testigos.
«Estoy nerviosa, me siento acompañada por las pibas»
HIGUI DE JESÚS
El hecho
El 16 de octubre del 2016 Higui de Jesús fue a visitar a su hermana en Lomas de Mariló, Bella Vista, para conmemorar el día de la madre. Tras varias horas, Higui decidió emprender la vuelta a su casa. Para hacerlo tuvo que atravesar un pasillo entre dos viviendas, y allí la interceptó un grupo de hombres, entre ellos, un vecino que había sido echado del barrio hacía unos meses.
No alcanzó a evitarlos cuando la atacaron en conjunto, la empujaron y dos de ellos se le tiraron encima. Mientras algunos se encargaban de bajarle el pantalón y destrozarle la ropa interior, el resto la golpeaba con piñas y patadas.
Higui, como podía, se cubría la cara y trataba de esquivar los golpes pero eso no sirvió de mucho. Al grito de «te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana» el grupo de abusadores continuaba violentando su cuerpo e identidad.
En su corpiño, Higui llevaba su herramienta de trabajo: un cuchillo de jardinería. El cuchillo era pequeño y funcional para cortar, por ejemplo, yuyos de la vereda.
Para salvarse la vida, Higui le tiró un puntazo a uno de los agresores que tenía encima y aunque pudo defenderse legítimamente, eso no ahuyentó a los agresores que siguieron golpeándola hasta desmayarla.
Cuando retomó la consciencia, los agresores nos estaban, pero sí había efectivos policiales que le preguntaron qué le había pasado. Al relatarle lo sucedido, los policías no le creyeron y hasta la burlaron, «¿Quién te va a querer violar a vos, negra gorda?” le dijeron.
Sin saber que el agresor había muerto, Higui permaneció varios días en una celda, acusada de homicidio. La investigación de la causa no tuvo ni un poco de perspectiva de género y el Departamento Judicial de San Martín dejó mucho que desear en su accionar.