La memoria colectiva es un síntoma de arraigo, de identidad. Intentamos, sin dudarlo, exponer el respeto que merecen quienes hoy no están sentados en la mesa de su casa, abrazando a su viejo o disfrutando a su abuela.
Como cada 24 de marzo, decimos Nunca Más. Nunca Más al negacionismo, Nunca Más a las desapariciones forzadas. Nunca Más a la violencia institucional. Lo decimos y tiembla el pulso: aunque lo gritemos, esos actos que violan los derechos humanos siguen latentes. Siguen avasallando los barrios y a las diversidades. Sigue golpeando a mujeres, violando. Siguen sucediendo y se nos estruja el corazón.
Sin embargo, hoy -a diferencia de ayer- sabemos que la memoria también es un acto de justicia, para ponderar a quienes hoy están. Hoy siguen siendo 30.000 personas. De algunos hay rastros, de otros rumores, pero con muy pocas certezas.
Y mientras el negacionismo nos atraviesa, se posiciona en prime time y se sienta en una banca como legisladora o legislador, nos abrazamos al recuerdo, al pedido de justicia y al grito de NUNCA MÁS.
Las ausencias, que son muchas, nos sumergen a una movilización masiva. En las calles transitan miles de personas que exigen una respuesta, que esperan un reencuentro y que abogan por quienes no pudieron conocer.
Hay quienes sí se reencontraron. Esos que pudieron abrazarse con fuerza y entusiasmo. Los que llegaron de sorpresa y otros tantos que fueron buscados. En esta fecha, donde recordamos la última dictadura cívico-militar que tanto nos duele, también podemos celebrar por los que hoy sí saben quienes son, de dónde vienen y qué pasó. Ganaron ese derecho a fuerza de militancia.
A las Madres de Plaza de Mayo, la valentía las hizo abrir caminos. Largos caminos para recordar esos cuerpos que supieron brillar y hoy no están en ninguna parte. O si, sí están. Están en las fotos que recorren las calles, en las redes sociales. Están en cajas de fotos, en algunos videos. La verdad es que están, pero ahí, donde el recuerdo permanece estático, con un final anunciado.
Este 24 de marzo exigimos Verdad, Memoria y Justicia. Para que nunca más se repita. Y para que eso que no queremos que se repita, no se replique en democracia. Ni la violencia, ni las desapariciones forzadas, ni las violaciones de los derechos humanos.
Por eso, otra vez: exigimos Verdad, Memoria y Justicia.