En el marco del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el grito colectivo de justicia nos atraviesa, atraviesa nuestra historia. Nos invita a reflexionar y a construir cimientos sólidos ante la avanzada negacionista. Y también nos invita a conocer otras voces, aquellas que sufrieron la violencia del golpe cívico-militar hasta las entrañas.
Conocimos a Mabel Careaga. Mabel fue militante de la Juventud Guevarista. También fue hija, compañera y madre. A su compañero de vida, Manuel Carlos Cuevas, lo desaparecieron. A su mamá, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, la secuestraron y arrojaron viva de un avión. Hoy reivindica su historia y la de su familia.
«En septiembre de 1976 fue secuestrado mi compañero Manuel Carlos Cuevas (papá de mi hijo Carlos Cuevas) quien está desaparecido«, cuenta. La búsqueda la iniciaron Esther Ballestrino y Gerónima Castaño, la suegra de Mabel. Sobre «mi compañero supe que había estado en Campo de Mayo en octubre de 1976 y luego no supe nunca nada más», señaló.
«Mi mamá nació en Uruguay, de madre paraguaya. La familia se trasladó a vivir a ese país, que ella adoptó como propio. Estudió magisterio y siendo maestra recorrió los pueblos del interior de Paraguay formando la rama femenina del partido Febrerista. Fue perseguida por la dictadura de Morinigo y luego la de Stroessner», cuenta sobre su madre. Se exilió en 1947 y conoció a Raimundo Careaga, su padre.
En Argentina sus padres tuvieron tres hijas. Y a una de ellas, Ana María Careaga, la secuestraron en 1977. «Permaneció detenida ilegalmente en el Centro Clandestino El Club Atlético. Fue liberada tres meses después», advierte.
Su madre iba a la Plaza de Mayo mientras buscaba a Ana. Cuando la halló, volvió una vez más con las Madres.
«Cuando mi mamá volvió a la Plaza, las otras madres le dijeron ‘¿Qué haces aquí? vos ya recuperaste a tu hija’ y ella les contestó ‘me quedo hasta que aparezcan todos, porque todos son mis hijos'», cuenta.
El golpe cívico-militar
«El golpe cívico militar eclesiástico se produce con el claro objetivo de modificar la estructura económica de nuestra patria. Se abren las importaciones lo que produce el cierre de cientos de empresas y se privilegia la especulación financiera por sobre la economía productiva. Se toma una enorme deuda externa. Para poder realizar todas estas modificaciones se produce la persecución el secuestro y desaparición de 30.000 personas. 10.000 presxs politicxs y miles de exiliados«, explica Mabel.
«Se concentra el poder económico, y es ese mismo poder concentrado y esa misma política de endeudamiento, favoreciendo la especulación financiero lo que provocó la crisis del 2001», continuó. «En 1976 había un 5% de desocupación y hoy esa cifra es mayor al 10% con 50% de pobres», detalla.
A ello suma el período liderado por Macri, «un período de neoberalismo, con las corporaciones en el poder y un nuevo ciclo de endeudamiento y fuga de capitales».
Memoria para construir permanentemente
La hermana de su compañero, Noemi Francisetti, fue asesinada el 23 de marzo. Junto al 24, son días muy especiales para Mabel. «Siempre es un día especial para nuestra familia, pero este 24 es especial. Ya que volvemos a la plaza, por primera vez luego del macrismo y de los dos años de pandemia», explica.
Y pondera el lugar de la Memoria en la historia argentina. «La Memoria se construye en forma permanente y nuestro pueblo ha logrado transmitir la memoria a las nuevas generaciones. La memoria nos permite interpretar la historia, construir el presente y proyectarnos al futuro en una construcción democrática», asegura. Y advierte que la clave es una «democracia con inclusión social y respeto irrestricto por los derechos humanos».
«La memoria nos permite interpretar la historia, construir el presente y proyectarnos al futuro en una construcción democrática»
«Siento una profunda emoción es un día muy especial. Todxs lxs que nos faltan están más presentes que nunca. Estamos en las calles para recordarlos y para renovar el compromiso con la lucha para construir la patria que ellxs soñaron y por la cual lucharon«, continúa con emoción.
Y explica: «me emociona hasta las lágrimas ver la cantidad de jóvenes que se movilizan y que se suman a la militancia a partir del ejemplo de los que lucharon antes y de las Madres. Y mi mamá fue parte de ese movimiento que cambió la historia de nuestro país».
Reivindicar libremente las luchas de las personas desaparecidas
«Hoy hablamos con total libertad y sin miedo. Eso realmente fue así a partir del reconocimiento de Néstor Kirchner cuando dijo que era hijo de las Madres, fue el quién aseguró ser parte de una generación diezmada. Néstor termina con la impunidad y abre la puerta a los juicios que es la única reparación posible y solo en parte porque las ausencias duelen toda la vida«, cuenta Mabel. Y agrega que «parte de una generación diezmada, reivindica desde el Estado la lucha de esa generación por una sociedad mejor».
«Pone fin a la teoría de los dos demonios y modifica el prólogo del NUNCA MÁS que tenía esa introducción. A partir de allí, dejaron de ser terroristas que ponían bombas en la plazas. Y nosotrxs pudimos libremente reivindicar sus luchas», sigue.
¿Qué pasó con Esther?
«Mi mamá estuvo secuestrada en la ESMA. Permaneció en ese campo de concentración siete días y fue arrojada viva al mar, junto a las Madres Azucena Villaflor y Mari Ponce y al grupo de personas que se conoce cómo el grupo de la Santa Cruz», explicó.
Junto al resto de las Madres, Esther apareció en 2005. «En el año 2005 se encontraron los cuerpos de Azucena, Mary y Esther. Las tres Madres que juntas lucharon, juntas fueron secuestradas y juntas volvieron con el mar».
Gracias a la aparición de los cuerpos «lograron la condena de todo el grupo de tareas de la ESMA y de los pilotos del vuelo de la muerte del 14/12/76 del cual fueron arrojadas al mar». También se identificó a Ángels Auad y a Leonie Duquet.
La lucha política para construir una sociedad más justa
Desde «muy joven aprendí por mis padres lo que es la lucha política para construir una sociedad más justa. Mi mamá me decía: ‘te tiene que doler el sufrimiento del otro como propio’ y la solidaridad fue un principio en nuestro hogar. Cuando volvió Perón, fui a esperarlo, tenía 15 años y sentía que era un hecho histórico que no podía estar ausente», advierte sobre el rol de la política en su vida.
«A los 16 años comencé a militar en la juventud Guevarista porque sentía que tenía que ser parte de esa generación que se incorporaba masivamente a la lucha en nuestro país y en Latinoamérica. Los años de la dictadura fueron muy duros», señala. Y concluye: «Aprendimos a saltar por el recuerdo del horror y recuperar la vida, los sueños y la cotidianeidad de lxs que ya no están».
Hoy la historia vuelve a exigir justicia para mantener vivxs a quienes fueron desaparecidos.
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