A fines de abril de 1977, hace 45 años, la Casa Rosada fue testigo de un suceso que marcaría un antes y un después en la historia de nuestra democracia. Catorce mujeres dieron la primer vuelta a la Pirámide de Mayo para exigir la aparición con vida de sus hijos e hijas mientras policías las hostigaban.
Entre aquellas catorce mujeres se encontraban Azucena Villaflor de De Vincenti, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz; Julia Gard y María Mercedes Gard; Cándida Gard y Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus y Raquel Arcushin.
Algunas se habían conocido en la puerta del Ministerio de Interior, donde esperaban por largas horas para conversar con el general Harguindeguy. Otras en la entrada de la Iglesia Stella Maris, para ser atendidas por el cura Emilio Graselli, quién las traicionaba. Todas por el mismo fin: que les dijeran dónde estaban sus hijos desaparecidos.
Cómo no podían reunirse bajo el estado de sitio, comenzaron a dar vueltas alrededor de la plaza sin saber que meses después esas rondas estarían colmadas de pañuelos blancos.
El comienzo de los pañuelos
Al comienzo se reunían en el monumento a Belgrano y se reconocían por un clavo que llevaban en sus abrigos. Fue en 1981, en una procesión a Luján, cuando decidieron identificarse con un pañal de sus hijos en la cabeza. En ese entonces, aún no llevaban fotos o carteles con los nombres de sus familiares desaparecidos.
Meses después se realizó una marcha donde participaron varias organizaciones y organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas entre las cuales hubo varios periodistas extranjeros que «por error» se los llevaron. Este hecho fue fundamental para que de a poco se sepa afuera lo que estaba pasando en la Argentina.
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¡Aparición con vida!
Al año siguiente, comenzaron las primeras Marchas de la Resistencia donde las Madres y otros tantos jóvenes conmovidos con su lucha acampaban en la plaza y daban vueltas sin parar durante 24 horas.
Luego vinieron épocas de ayunos, tomas de iglesias, catedrales, universidades y escuelas bajo la consigna «aparición con vida».
Algunos militantes y jóvenes desaparecidos, volvieron a sus hogares. Los casos fueron muy distintos entre sí, algunos se escaparon, a otros los liberaron a cambio de información, a otros a cambio de irse del país pero aún así el saldo sigue siendo negativo. Muchos aún siguen siendo buscados.
Las Abuelas, continúan con la necesidad imperante de conocer el destino incierto hasta hoy de sus nietos arrebatados, militantes e integrantes de H.I.J.O.S continúan exigiendo verdad y justicia.
«No fuimos heroínas ni nada de eso. Hicimos lo que cualquier madre hace por un hijo. Nos llamaron locas y sí, estábamos locas de dolor, de rabia, de impotencia. Nos arrancaron lo más preciado que puede tener una mujer, y lo transformamos en amor, no en odio, y en lucha pacífica», sostuvo éste sábado la titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, frente a cientos de militantes que se concentraron a conmemorar los 45 años.
«Reivindicamos la lucha de nuestros hijos. La revolución se hace todos los días y es solidaridad, lealtad y amor por el otro», concluyó Hebe de Bonafini en representación de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.