Un día como hoy, pero de 1954, murió la artista mexicana, Frida Kahlo. Su obra es tan espectacular como única porque la desarrolló en torno a su biografía y a sus padecimientos. Alrededor de 150 obras componen su trabajo, donde proyecta su angustia y las dificultades que atravesó para sobrevivir.
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en Coyoacán, Ciudad de México, el 6 de julio de 1907. Es recordada por sus obras, la relación que mantuvo con Diego Rivera y otros vestigios de amor, desamor, desesperanza y emoción que quedaron reflejados en sus cartas.
Amar y admirar
Para los ojos del resto, la relación con el pintor Diego Rivera era perfecta. Sin embargo, la relación también fue tormentosa, angustiante e incluso atravesó un divorcio. Pero algo había y perduraba: la admiración.
Diego:
Nada comparable a tus manos, ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio.
Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos, tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Solo tú en el espacio lleno de sonidos. En la sombra y en la luz; tú te llamarás auxocromo, el que capta el color. Yo cromóforo, la que da el color.
Tú eres todas las combinaciones de números. La vida. Mi deseo es entender la línea, la forma, el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.
Frida
Como decíamos al principio, el amor no fue perfecto. En otra de sus cartas, Frida reclama infidelidades a Rivera, que la engañó hasta con su hermana Cristina. Tras el divorcio, ella le escribió con una ternura implacable.
Diego:
Ahora que hubiera dado la vida por ayudarte, resulta que son otras las ‘salvadoras’… Pagaré lo que debo con pintura, y después aunque trague yo caca, haré exactamente lo que me dé la gana y a la hora que quiera…
Lo único que te pido es que no me engañes en nada, ya no hay razón, escríbeme cada vez que puedas, procura no trabajar demasiado ahora que comienzas el fresco, cuídate muchísimo tus ojitos, no vivas solito para que haya alguien que te cuide, y hagas lo que hagas, pase lo que pase, siempre te adorará tu Frida.
El amor que se tenían era implacable, sin embargo Frida también se mandó las suyas. Quizás por ello había un acuerdo tácito que se mantenía por cariño y admiración.
Otra de sus cartas fue al español Josep Bartolí, a quien conoció cuando ella estaba en un hospital de Manhattan para someterse a una de sus 32 intervenciones quirúrgicas. A continuación, la primera carta de amor que Frida le envió el 12 de agosto de 1946.
Mi Bartolí:
No sé cómo escribir cartas de amor. Pero quería decirte que mi entero ser está abierto a ti. Desde que me enamoré de ti todo se ha transformado y está lleno de belleza… El amor es como un aroma, como una corriente, como la lluvia. Sabes, mi cielo, que llueves en mí y yo, como la tierra, te recibo.
Mara
Kahlo solía firmar como ‘Mara’, abreviatura del apodo de ‘maravillosa’ que le había puesto el español. El firmaba como ‘Sonja’, para no despertar celos en Rivera, quien admitía cartas con otras mujeres, pero no con hombres.
Frida a lo largo de su vida sufrió mucho. En su juventud tuvo poliomielitis y, por un grave accidente, permaneció largos tiempos postrada en la cama. Uno de sus amigos y confidentes fue su doctor, Leo Eloesser.
Querido doctorcito
Te extraño muchísimo. Diego dice que acabará el fresco el día 20 de noviembre y ya nada más cuento los días para largarme de aquí. Dime cómo estás tú y qué haces. Dime si me echas de menos. No sabes cómo te agradeceré que hubieras venido a verme a Nueva York. Te quiero reteharto. Por lo que tú más quieras, escríbeme y dime si has visto a Diego y como sigue de sus ojitos. Te mando muchos besos,
Tu Frida.
Por último, dejamos una de las cartas más conocidas de la artista. En uno de sus peores momentos, le cuenta a Diego Rivera que le amputarán la pierna. Le escribe para despedirse y, de paso, recordarle una infidelidad que sufrió mucho.
Sr. mío Don Diego:
Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurame pero yo estoy resuelta a terminar esta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata… Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían. Yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví.
No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno… No sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres… ¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mi, primero por mi porque nunca he podido entender: ¿Qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Por que no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien,
Cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo, hijo de la chingada…
Bueno el motivo de esta carta no es para reprocharte más de lo que ya nos hemos reprochado en esta y quién sabe cuántas pinches vidas más, es sólo que van a cortarme una pierna (al fin se salió con la suya la condenada)… Te dije que yo ya me hacía incompleta de tiempo atrás, pero ¿Qué puta necesidad de que la gente lo supiera? Y ahora ya ves, mi fragmentación estará a la vista de todos, de ti… Por eso antes que te vayan con el chisme te lo digo yo «personalmente», disculpa que no me pare en tu casa para decírtelo de frente pero en éstas instancias y condiciones ya no me han dejado salir de la habitación ni para ir al baño. No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te «amputo» de mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.
Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.
Se despide quien le ama con vehemente locura, tu Frida