Después del anuncio del decreto presidencial que incorporó una tercera opción en el casillero de género en el DNI, surgieron varios problemas administrativos. Como respuesta, el decreto planteaba un rango de 120 días para su total aplicación. Al día de la fecha, 365 días después, las cosas no han cambiado mucho. El sistema público sigue siendo binario y no se encuentra a la altura de la medida que se celebró en entonces.
Hace un año, con el anuncio del presidente Alberto Fernández, Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en habilitar la posibilidad de consignar una opción diferente en el campo “sexo” del DNI.
El objetivo de la medida fue garantizar el derecho a la identidad de género de las personas que no se autoperciben dentro del binomio femenino/masculino.
El problema surge cuando organismos nacionales -tales como ANSES- no permiten actualizar datos personales de forma correcta. Es decir, quienes rectificaron su documento de identidad, no pueden avanzar en trámites que necesitan.
Por ejemplo, quienes no puede actualizar sus datos, no pueden tramitar el monotributo ni gestionar su clave fiscal. Para quienes no trabajan bajo dependencia, es una limitación gigante ya que no podrán hacer algo tan simple como facturar.
Pero no solo el ANSES cuenta con obstáculos para acceder a trámites con una x en el DNI, otro sector público que no supo modificar sus planillas fue el sistema público de salud.
En este sentido, en abril de este año, la web o aplicación Mi Argentina anunció que incluiría a la “x” como opción en el registro del perfil digital de la ciudadanía. Sin embargo, al no estar rectificados los datos en ANSES, cualquier modificación decanta en un error en el sistema. Y, a pesar de que el Estado ofrece canales de comunicación para resolver este tipo de problemas, es casi imposible recibir una solución concreta.
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Testimonio en primera persona
Agnés Goro, es estudiante de la Universidad Nacional de Artes y recibió su DNI hace 9 meses aproximadamente. En diálogo con El Numeral, nos relata su experiencia.
Cuando llegó el DNI a casa quería mostrárselo a todo el mundo, tenía ganas de que me lo pidan en todos lados. ¿Viste cuando sos menor de edad y te piden el documento en un lugar para mayores, que lo mostrás rápido para disimular? Bueno, así me sentí toda mi vida hasta que tuve este último.
Nunca fui tan feliz como ese día, estaba emocionade y asustade. No podía creer verme en esa foto, verme en ese DNI que no era ni femenino ni masculino. Ahí entendí que sin organización y militancia no se logra nada. Ese día fue uno de los mas emocionantes de mi vida, sentí que estaba siendo parte de la historia.
No me esperaba que salga el DNI en ese momento de mi vida, pero sentí que tenía que hacerme cargo de mi identidad y tener representatividad como sujeto político. Si bien en un momento formé parte del feminismo, cuando se radicalizó me sentí expulsado por completo. Ahí fue cuando me cuestioné muchas cosas de mi militancia e identidad. Cuando salió el DNI sentí que tenía que hacerme cargo y hacer el trámite no solo para mi, sino para visibilizar la comunidad no binarie.
Más allá de saber las complicaciones que iba a traer, sabía que no iba a ir más tranquile al supermercado o que no iba a tener ganas de atenderme en el sistema de salud para evitar violencias, entendía que era ese el momento.
A un año, las consecuencias de tener el DNI, es que cada acción que hago con el documento es un logro. Ir a comprar al supermercado y que nadie me joda es una sorpresa. Lo habitual es ir a cualquier lugar y que entre tres personas se pongan a ver mi DNI, que no me parece violento, pero muchas veces tengo ganas de pasar desapercibide como cualquier persona cis.