«¿A dónde irán lxs lesbianxs cuando envejezcan?» es una pregunta recurrente, sobre todo teniendo en cuenta que son personas que fueron perseguidas y violentadas durante toda la vida, muchas veces excluidas de su hogar y sin familiares que puedan cuidarlxs.
Alicia Caf tenía 17 años cuando empezó a soñar con un pueblo sólo de mujeres. Años después, “una suiza mal vestida”, como lo describió en una entrevista de Sudestada, se le acercó en un bar europeo para invitarla a conocer una comunidad similar en los Pirineos.
Si bien era muy joven en ese entonces, el proyecto perduró en el tiempo y en junio de 2017 Alicia empezó a trabajar en el proyecto “Sueños de Mariposas” para hacerlo realidad en su tierra.
En junio de 2017, Ali propuso un debate en redes sociales. Los cientos de comentarios de personas interpeladas derivaron en un grupo de Facebook y luego en una primera reunión para conocerse.
Allí lesbianas se encontraron y pusieron en común sus historias una y otra vez. Sin embargo, la ronda estaba abierta para más problemáticas, entre ellas la lucha que llevan las mujeres y disidencias dentro de las cárceles.
La vejez llena de prejuicios
“La vejez socialmente tiene una carga negativa y esta repleta de prejuicios, vinculados a la asexualización de los cuerpos, supresión de los deseos o intereses de las personas, al menos que el mensaje sea aplazar el envejecimiento mediante tratamientos varios”, sostiene en diálogo con El Numeral Juli (29 años), activista lesbiana e integrante de Sueños de Mariposas.
“Al mismo tiempo hay prejuicios sobre los deterioros cognitivos y se acelera la dependencia pensando que ya esa persona no puede hacer las cosas cotidianas «bien», cuando eso se va desarrollando paulatinamente y hay maneras de acompañar estas situaciones. Sin embargo para ello se precisan recursos físicos, económicos, materiales y afectivos. La sociedad no esta preparada para contener a una población cuya expectativa de vida se va incrementando por las nuevas tecnologías. De qué vale una mayor expectativa de vida si esta va a ser precarizada y dolorosa”, asegura Juli.
“De qué vale una mayor expectativa de vida si esta va a ser precarizada y dolorosa”
Pero si de por sí la vejez tiene una carga social sumamente negativa, el panorama empeora y mucho al hablar de vejeces lésbicas.
Es que, cuando hablamos de vejez lésbica le sumamos el exilio familiar desde temprana edad, casi nulas redes de cuidado desde el núcleo familiar, la persecución vivida tanto en democracia como en dictadura, las torturas vividas como tratamientos de electrochoque por no ser cis y/o heterosexual, los abusos y las violencias. Todo esto, además genera un fuerte rechazo a la hora de acceder al sistema de salud, el cual de por si tiene muchos obstáculos, facilitando el deterioro de sus cuerpos, su salud mental y su calidad de vida.
“Es ahí es cuando pensamos y apostamos a la construcción de redes comunitarias de contención”, agrega Juli al respecto.
“Apostamos a la construcción de redes comunitarias de contención”
La responsabilidad de esta realidad es principalmente del estado por no tener como prioridad la realidad de lxs adultxs mayores al menos para campañas políticas.
“Si hay atención en general esta dirigida a la clase media alta y con familia nuclear. Además los medios de comunicación fomentan la precarización laboral de lxs cuidadorxs, acompañantes, enfermerxs. Colaboran en que se las dejen de ver como personas con deseos y motivaciones pasando a ser espectadorxs de la muerte”, relata.
Ante el cuestionamiento sobre dónde está la representatividad de lesbianas mayores, Juli asegura que “hay muchas mas activistas lesbianas mayores a las que aun no tuvimos alcance”.
Y agrega: “Por otro lado esta la soledad y el aislamiento como factor común. Muchas personas están sobreviviendo en el día a día luchando para comer, tener un techo, transitando múltiples duelos propios de esta etapa”.
“Cuando hablamos de duelos nos referimos tanto a la perdida de afectos como a el descubrimiento de nuevas limitaciones físicas y mentales. Acá hay otro factor, muchas personas no se ven viejas si no es por el ojo de unx otrx. Son muchas las aristas a trabajar y tener en cuenta al momento de acompañar, de informarnos para también poder romper nuestros propios prejuicios”, aclara.
Lo que sembró Ali Caf
Alicia conocía bien las circunstancias de vida de las lesbianas mayores sin vivienda, con la jubilación mínima o sin ninguna cobertura social. Nació en 1951. Fue migrante en Europa entre 1987 y 2014 y en 1998 colaboró con la activista holandesa en favor de los refugiados Gabbi Wierenga. Desde el año siguiente y hasta su retorno a la Argentina en 2014, Alicia participó en la organización SPAZ de Zurich, un grupo de ayuda a migrantes indocumentados.
Regresó a la Argentina huyendo de la persecución a los indocumentados en Europa, ayudada por la Cruz Roja y la Asyl Koordination Zurich y desde octubre de 2015 hasta enero de 2017, vivió en el Centro de Integración Frida de CABA. Recibió la jubilación mínima en Argentina en 2016 y en 2017 fundó Sueños de Mariposas a fin de construir alternativas dignas de vida para las lesbianas mayores.
Ali tuvo una historia familiar muy difícil. Tal es así que a sus 14 años la sometieron a un tratamiento psiquiátrico con electroshocks para “curarle el lesbianismo”, un práctica habitual en ese entonces.
“Hacer memoria de Alicia Caf es hacer memoria de la identidad lesbica marginal y anarquista, que puso el cuerpo y la vida en momentos históricos que hoy nos da lugar a nuevas luchas”
La activista fallece el primero de agosto del 2020. Fallece pobre, en la desidia del Estado y con sus pulmones llenos de humedad. Sin embargo, compañerxs y activistas continúan con el proyecto porque aún quedan muchos destinos que cambiar.
Sueños de mariposas
Madha tiene 35 años, es madre, activista y conoció a Ali mediante espacios de maternidades feministas y lucha antirracistas y anticarcelarias, en diálogo con el medio nos explica que la meta final es construir un lesbiatrico.
“Desde el comienzo la idea fue hacer eventos donde podamos tomar la voz y disfrutar de actividades culturales en conjunto. La meta final es concretar un lesbiatrico. Para eso necesitamos conocernos y aunar criterios a medida que profundizamos en los cuestionamientos sobre nuestros relacionamientos”, relata.
“Articulamos siempre con espacios separatistas, autogestivos, autoconvocados e independientes. Entendemos como una necesidad habitar espacios sin banderas partidarias sabiendo cuanto cuesta la autogestión. Creemos en la construcción de espacios de horizontalidad”, agrega.
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Quienes quieran participar y colaborar con el proyecto pueden hacerlo sumándose a pensar siempre desde una mirada transfeminista. Madha nos explica que hay muchas formas de participar: mediante las redes sociales, integrando encuentros presenciales, con la difusión de las urgencias, económicamente, abriendo su espacio para hacer encuentros o de otras formas.
“Siempre estamos dispuestes a nuevas propuestas que sigan en la línea de las problemáticas que nos atraviesan. Hoy en día se necesitan muchas cosas y cada quien puede aportar desde su lugar”, concluye.