COVID19 | Se aplicaron más de 200.000 vacunas en la UNQ

Tras un año y medio de trabajo, la posta de vacunación montada en el gimnasio de la Universidad Nacional de Quilmes finalizó sus actividades.

Con la presencia del rector Alfredo Alfonso, la vicerrectora Alejandra Zinni y el secretario de salud del municipio Jonatan Konfino, el gimnasio de la Universidad Nacional de Quilmes cerró una etapa y dejó de funcionar como centro de vacunación contra el COVID-19.

Desde marzo del año pasado hasta octubre de este año, más de 200.000 vacunas fueron aplicadas para enfrentar la pandemia.

En los momentos más álgidos de la campaña, casi 100 personas llegaron a trabajar de lunes a lunes de 08:00 a 20:00. Además con la llegada de la temporada de verano y el pase sanitario, la posta alcanzó el récord de casi dos mil inoculaciones en una sola jornada.

“En líneas generales, la recepción fue increíble y la gente estuvo súper agradecida, muy contenta con el funcionamiento del vacunatorio. Eso te hace sentir orgullo porque muchas personas se pusieron al hombro la tarea”, señaló Tomás Larribeau, personal de administración y logística, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.

“La recepción fue increíble y la gente estuvo súper agradecida, muy contenta con el funcionamiento del vacunatorio”

TOMÁS LARRIBEAU, PERSONAL DE ADMINISTRACIÓN DE LA POSTA

Recordemos que luego del inicio de la Campaña Nacional de Vacunación más grande de la historia argentina en diciembre 2020, la Universidad de Quilmes abrió sus puertas el 17 de marzo de 2021.

En ese momento un grupo de personas tuvo que acondicionar el gimnasio que había estado parado durante más de un año para montar un centro vacunatorio con todo lo que ello implicaba. En una semana la posta se puso en funcionamiento para recibir a las y los vecinos que aguardaban su turno para vacunarse en la sede.

La primera etapa fue la más linda porque la vacuna fue la esperanza y la posibilidad de volver a la vida. Había gente que salía por primera vez del encierro y era para inocularse. Muchos tuvieron la chance de conocer por primera vez a sus nietos y reencontrarse con sus seres queridos a partir de esa primera dosis”, afirmó Patricia Lorenzo, personal de administración, en conversación con la Agencia.

Dosis de empatía

Según relatan sus trabajadores, desde que empezó la campaña en la UNQ, todo el personal tuvo que lidiar con las emociones de las personas que llegaban. Angustia, llanto, preocupación, dudas y entusiasmo eran parte de la cotidianidad de quienes trabajaban allí.

También, el personal de la posta tuvo que estar atento a otras cuestiones y realizar tareas que no estaban en los papeles. Por ejemplo, algunos adultos mayores tuvieron dificultades para enterarse de los turnos dado que no tenían acceso a un celular o a una computadora para recibirlo. Por eso, cuando llegaban al vacunatorio, se le tomaban los datos y, diariamente, se revisaban la lista de turnos y se les avisaba a aquellos que habían dejado su contacto.

“De entrada entendimos de qué se trataba, lo tomamos como una misión humanitaria. Se hicieron muchos esfuerzos para traer las vacunas. La gente tuvo que vencer muchos prejuicios para vacunarse. Fue la campaña más grande de la historia. Hicimos lo ordinario de manera extraordinaria. Pusimos el alma, el corazón y el cuerpo”, expresó Patricia Lorenzo.

 

Con información de la Agencia de Noticias Científicas
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