Hace 11 años se sancionaba la Ley de Identidad de Género, una norma pionera en América Latina, que garantiza este derecho y es la primera en el mundo en no patologizar a las identidades trans. Durante estas semanas, al igual que en el mes del orgullo o días previos a la marcha nacional, las identidades trans, lésbicas, no binarias (entre otras tantas) aparecemos en estudios, informes y entrevistas que luego difunden cientos de medios de comunicación.
Si bien la ley fue un paso histórico y fundamental para el colectivo porque por primera vez se reconoció a miles de personas travestis, transexuales, transgéneros, masculinidades trans y no binaries, quienes luego de décadas de persecución y exclusión sistemática comenzaron a ser abrazadas por el Estado, aún hay mucho que mejorar.
El mundo no está preparado para nosotres pero lo estamos preparando. Lo bueno es qué hay poco construido, entonces más que deconstruir hay que construir
ANGIE
En el marco del Día de la Visibilidad Trans, el 31 de marzo del 2022, Angie pasó por El Numeral para conversar sobre las problemáticas con las que se encuentran las personas que quieren hacer uso de la ley para realizarse una masculinización de tórax o mastectomía.
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Según lo que relató, los hospitales públicos tienen una larga lista de pacientes que esperan la operación, por lo que, entre la primera consulta y la cirugía pueden llegar a pasar 4 años o más.
Además, las obras sociales en muchos casos evaden por completo la Ley de Identidad de Género y no se quieren hacer cargo de cubrir el costo de la operación, y quienes si lo hacen también cuentan con una larga lista de espera de pacientes que esperan su turno de ser operades.
El índice de suicidios de nosotres es altísimo y tiene que ver con justamente un abandono por parte del Estado y la exclusión por parte de la sociedad, o más bien la no inclusión
Esto sucede por lo general porque son pocos los equipos especializados en este tipo de cirugías, por lo que al compartir quirofano con otro tipo de operaciones, siempre se van a priorizar a, por ejemplo, pacientes oncologicos, porque se suele contemplar a la operación como una modificación estética y no como un paso fundamental para la salud mental de una persona trans.
Angie tuvo el privilegio de operarse en una clínica privada sin esperar durante años. Sin embargo, luego de recuperarse del post operatorio, se dio cuenta de que podía ayudar a otros como él. Fue allí donde conoció a Noah, un varón trans que estaba en una de estas largas listas de espera en un Hospital Público de la Ciudad de Buenos Aires.
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Ambos se organizaron para llevar adelante una colecta, una rifa y luego algún que otro evento abierto al público para recaudar el costo de la operación.
Finalmente, con ayuda de sus familiares, amigos, y cientos de emprendimientos y personas que se acercaron a colaborar, lo lograron. Y no solo eso, sino que a los meses repitieron la colecta para que otro varón trans pueda operarse de la misma manera.
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