El 18 de septiembre de 2006, Jorge Julio López salió de su domicilio hacia los Tribunales de La Plata. Debía presenciar la audiencia de alegatos en la causa contra el genocida Miguel Etchecolatz por delitos de lesa humanidad. Pero nunca llegó a destino.
Su testimonio fue clave para que lo condenaran. El 27 de octubre de 1976, en plena dictadura militar, ya había sido capturado por primera vez y sometido a todo tipo de torturas.
Jorge Julio López fue secuestrado a pocas cuadras de su casa en el barrio de Los Hornos, La Plata. Cinco testigos lo vieron antes de desaparecer.
Su primera desaparición
Unos meses antes el albañil y peronista había revivido una vez más la pesadilla de su secuestro por un grupo de tareas de la dictadura. Su desaparición formo parte de lo que se conoció como “El Circuito Camps”.
Mientras López estuvo detenido, fue trasladado a más de cuatro centros clandestinos de detención. Lo habían secuestrado la noche del 27 de octubre de 1976 durante un gran operativo en Los Hornos, junto a otros militantes peronistas. A la cabeza esa noche estaba el director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz.
A Jorge Julio López lo habían mantenido secuestrado durante casi seis meses en cuatro de esos centros clandestinos, «Cuatrerismo, Pozo de Arana, Comisaría Quinta y Comisaría Octava». Allí había sido torturado y también había presenciado varios asesinatos. Entre ellos los de sus compañeros de militancia en Los Hornos, Patricia Dell’Orto y Ambrosio Francisco de Marco.
La segunda desaparición
El 18 de septiembre del mismo año, Julio López iba a presenciar la condena del responsable de su desaparición y tortura durante meses, pero sin embargo nunca llegó. Fuentes cercanas cuentan que salió antes para esperar a su sobrino para ir al Tribunal, caminó varias cuadras y se le perdió el rastro por completo.
Rápidamente, su hijo denunció su desaparición y se abrió una causa por averiguación de paradero. Al otro día, Miguel Etchecolatz fue condenado a perpetua.
En 2010 Etchecolatz fue internado por un problema de salud, y un médico intento estrangularlo.
Nuevamente lo condenaron a perpetua en 2014, pero esta vez junto a 14 represores, en el marco del juicio por el centro clandestino de detención «La cacha».
En 2017 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le pidió al gobierno argentino que asegure las condiciones para esclarecer el caso por la desaparición de Julio Lopez.
Hasta el día de hoy todavía se sigue buscando justicia. La causa sigue estancada, sobre todo porque la fuerza policial que se encarga de resolver la desaparición es la misma que entorpeció y obstaculizó la causa, ayudando a varios genocidas detenidos.
Al día de hoy, se pide Memoria, Verdad y Justicia para Julio López.