El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) registró ayer en su informe anual un aumento de la pobreza y de la indigencia respecto de las cifras registradas en el país en 2022. Según el documento, el 44,7% de los argentinos es pobre y el 9,6% indigentes, las peores cifras desde 2005.
La cifra es similar a la del 2020 y la más alta desde 2006, 41,2 %. Cuando se mira la pobreza desde una óptica multidimensional, la universidad concluyó que 67% de la población al menos sufre una carencia.
En 2022 la pobreza era del 43,1% y la indigencia del 8,1%. En 2023, un tercio de los trabajadores recibe ingresos menores a la canasta básica total, el 20% de las personas sufre de inseguridad alimentaria y el 60% de los menores está debajo de la línea de la pobreza. Sin programas de asistencia social, la pobreza escalaría al 49,1% y la indigencia al 20,1%.
El ODSA presentó un ejercicio de simulación en el que estiman a cuánto ascenderían la pobreza y la indigencia sin algunas de las asistencias estatales. Según la tasa que se observó, el 9,6% de la indigencia treparía al 17,1% sin la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros programas; al 20,1% si además se excluyeran las pensiones no contributivas y al 11,3% sin bonos extraordinarios. En tanto, el 44,7% de pobreza ascendería al 47,9%, 49,1% y 46,6%, respectivamente.
A diferencia del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que mide la pobreza por ingresos, la medición del ODSA comprende seis dimensiones: alimentación y salud, vivienda digna, acceso educativos, acceso a servicios básicos, acceso a un medio ambiente saludable y empleo y seguridad social.