Las palabras no alcanzan. No alcanza decir NUNCA MÁS y apoyar a un Gobierno que decide ir por cada uno de los derechos obtenidos. Que apunta a la construcción política bajo el concepto de la «apolítica», una mentira sesgada por el odio y la bronca. No alcanza cuando se decide apoyar un proyecto que contribuye a la idea de una guerra entre partes, cuando el Estado tiene la violencia legitimada. No alcanza y no basta militar por estos pagos: es necesario transitar las calles, hacer nuestra la Plaza.
Es necesario caminar las calles porque al sistema democrático hay que protegerlo. La democracia es frágil y no le quepa a todos por igual. Este será, como tantos otros, un 24 de marzo para conmemorar a los 30 mil desaparecidos y a otras tantas víctimas de la dictadura más cruel y violenta de la última etapa de nuestra historia.
Argentina es la tierra de Lionel y Maradona. También de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. De los miles que pusieron el pecho, cuando otros tantos pusieron las balas. La historia, como la memoria, se construye. Y ambas son claves y necesarias para un presente y un futuro sin repetir los episodios más crueles y aberrantes.
Este 24 de marzo no es un día más. Nunca lo fue, porque no es un morbo como asegura Victoria Villarruel, defensora de genocidas y fiel a la teoría de los dos demonios. No es una obsesión ni nada para celebrar. No es «colgarse de los desaparecidos». Se trata de reivindicar la lucha, la defensa de los derechos humanos y de los derechos sociales y civiles que hoy quieren arrebatarnos.
Este 24 salimos a la calle por nosotros y por los que vienen. Salimos por los que no están y los que nunca pudimos encontrar. Por los nietos recuperados, las familias reunidas. Por los jóvenes que no entienden e ignoran la historia reciente.
Salimos por el desguace del Estado y por los medios públicos como Télam que no podrán cubrir la movilización. Salimos porque si no defendemos a la Argentina nosotros, ¿quién lo va a hacer?
Este 24 nos vemos en la calle.