El 17 de octubre de 1945 marcó el nacimiento del peronismo como fuerza política. Aquella jornada histórica, cuando miles de trabajadores y trabajadoras colmaron la Plaza de Mayo exigiendo la liberación de Juan Domingo Perón, selló un pacto simbólico entre el pueblo y su conductor. Desde entonces, el “Día de la Lealtad” se convirtió en una fecha de reafirmación de los derechos conquistados y de resistencia ante los intentos de restaurar el viejo orden oligárquico.
De Perón a Cristina: la proscripción como herramienta del poder
La historia argentina parece repetir su libreto. En 1955, tras el golpe cívico-militar que derrocó a Perón, el peronismo fue proscripto durante 18 años. Se prohibieron sus símbolos, se persiguió a sus dirigentes y se silenció a su pueblo.
Hoy, con otros métodos y otros nombres, podemos ver en la inhabilitación judicial de Cristina una estrategia similar: apartar del escenario político a una figura que conserva un fuerte respaldo popular y una capacidad de liderazgo que incomoda a los poderes concentrados.
Los convocantes sostienen que “no se trata solo de Cristina, sino de la democracia misma”. Por eso, la movilización del 17 de octubre busca visibilizar el intento de disciplinar al campo popular mediante causas judiciales y campañas mediáticas que recuerdan los mecanismos de la proscripción peronista.
El legado del 17 de octubre
Más allá de la coyuntura, el 17 de octubre representa la dignidad del pueblo organizado. Es la fecha en que los trabajadores demostraron que pueden torcer el rumbo de la historia, que la política no pertenece a las élites sino a la voluntad colectiva.
Cada año, esa llama vuelve a encenderse, resignificada por las luchas actuales. Hoy, en las calles y en las redes, en los sindicatos y en los barrios, la consigna es la misma: defender la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
Y este año, esa lealtad se expresa con un nuevo grito:
“Con Cristina no se metan. La proscripción es contra el pueblo.”