Es Tuyo, del Barrio, de Todes

Otra abuela que se va sin el abrazo de su nieto

Falleció la abuela de Plaza de Mayo Rosa Báez de Duarte a sus 94 años.

A Rosa Báez la dictadura le arrebató a su hija y a su yerno, ella embarazada. Según pudo averiguar Abuelas, la joven habría dado a luz en Campo de Mayo. Rosa buscó siempre a ese nieto. Hoy su familia, junto con Abuelas, tendrá la enorme tarea de continuar con la búsqueda.

En profundidad. “Despedimos con profundo dolor a Rosa Báez de Duarte, otra Abuela que se va sin el abrazo de su nieto o nieta”, escribieron desde Abuelas, la organización de derechos humanos que trabaja en localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños apropiados por la última dictadura.

Rosa nació en la localidad correntina de Mercedes, en 1930. Con su esposo, oriundo de la misma provincia, migraron al Gran Buenos Aires y formaron una familia. El 20 de mayo de 1955 tuvieron a su primera hija, María Eva, la mayor de los hermanos.

“Mary”, según su abuela Rosa, “no sólo sonreía con la boca y los labios, sino también con sus ojos grandes”. En la adolescencia conoció a Samuel Alberto Aranda, se casaron y tuvieron dos hijos: Silvana Lorena en 1975 y Alejandro Demián en 1977.

Ambos militaban en la agrupación Montoneros. A él sus compañeros lo llamaban “El Flaco”. La pareja fue secuestrada el 9 de septiembre de 1977. Mary en su casa de Los Polvorines, embarazada de dos meses y Alberto cuando regresaba de la fábrica en la que trabajaba en la localidad de Munro, al bajar del colectivo.

Tras la desaparición de su hija y su yerno, Rosa acudió a todos los lugares posibles: Ministerio del Interior, cárceles, hospitales, comisarías. Mandó cartas al extranjero, fue a las rondas en la Plaza de Mayo. Y todo esto mientras trabajaba en casas particulares.

Sus nietos, Lorena y Alejandro, fueron criados por los padres de Alberto, así Rosa pudo dedicar tiempo a la búsqueda, hasta saber que Mary permaneció detenida en Campo de Mayo y allí dio a luz a un niño en abril o mayo de 1978.

Siempre mantuvo la esperanza de encontrar a ese nieto y contarle la historia de Mary y Alberto. Hoy ese legado pasa a manos de sus familiares, a quienes Abuelas abraza en este momento de pesar. En especial a Lorena, que junto con Abuelas seguirá buscando a su hermano, uno de los cerca de 300 desaparecidos con vida que todavía viven con su identidad falseada por el terrorismo de Estado.

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