Es Tuyo, del Barrio, de Todes

Ahora proponen esconder la peluca y marcar al pelado para votar al colorado.

El presidente Javier Milei, en medio del derrumbe económico, escandalo narco, coimas y corrupción, decidió suspender todos sus actos de campaña en la provincia de Buenos Aires y dejar solo a Diego Santilli. Se derrumba una estrategia que, desde el primer día, apostó al miedo, a la provocación y a la violencia como método de poder.

El presidente no sólo cancela actos: retrocede. Y no lo hace por prudencia, sino porque el clima que él mismo sembró (y su entorno) empieza a volverse insoportable incluso para los suyos. Denuncian escraches, agresiones e incidentes, situaciones que escalan en pos de los discrusos violentos y de odio que fueron sembrando, primero como candidatos, y reproduciendo hasta el hartazgo desde lugares institucionales. El rechazo se multiplica en sus recorridas, ya no como la reacción de un adversario político sino como el síntoma de un país que le devuelve el odio que el poder instaló desde arriba.

Del discurso del látigo a la calle caliente

Desde su llegada al gobierno, Milei construyó un relato donde la violencia —simbólica y concreta— fue política de Estado. Desfinanciar programas sociales, reprimir las protestas, militarizar barrios, despreciar la pobreza y atacar a sindicatos y movimientos populares no fue un error de comunicación: fue una decisión ideológica.

El problema es que esa misma matriz de confrontación terminó desbordando su propio espacio. Lo que empezó como “orden” hoy se parece más a un caos gobernado por la bronca.

Según Noticias Argentinas, Milei analizó encuestas que lo ubican cada vez más lejos del peronismo en la Provincia y, ante los riesgos de exposición, decidió retirarse del territorio. No habrá más actos en Ezeiza ni en el Conurbano. Su hermana Karina y el operador Sebastián Pareja también se bajaron. El “león” se esconde en su guarida, esconde la peluca, dejando al colorado librado a su suerte con la boleta del pelado. La (cada vez más expuesta) trama de vinculaciones con narcotráfico coimas y corrupción golpean fuerte al oficialismo que se aferra a las relaciones carnales con los Estados Unidos para calmar a los mercados.

El fuego amigo

La campaña bonaerense del oficialismo fue un campo minado. José Luis Espert, que encabezaba la lista provincial y a quien La Libertad Avanza proyectaba como candidato a gobernador en 2027, tuvo que retirarse en medio del escándalo narco que sacude al espacio.
Su salida dejó al descubierto las tensiones internas y el oportunismo de un armado que nació entre empresarios, punteros y sectores que se disputan financiamiento político en la frontera difusa del delito.
No casualmente, Espert había sido uno de los más duros al pedir “cárcel o bala” para quienes protestaban contra el ajuste. Hoy, el discurso del castigo se le da vuelta a quienes lo pronunciaron, en medio de una sociedad que ya no soporta más ajustes.

En ese contexto, los incidentes en los actos de campaña —como el ataque con un cuchillo por parte de una militante libertaria a reporteros en Tres de Febrero— no parecen hechos aislados. Son la consecuencia de un clima donde la violencia se volvió lenguaje cotidiano y método político. No pueden contener la escalada violenta de los propios

Un presidente que ya no puede caminar

Cuando un presidente necesita blindarse para salir a la calle, algo se rompió. No es el pueblo el que se volvió peligroso: es el poder el que perdió legitimidad.
Milei llegó prometiendo libertad y terminó preso de sus propias sombras. Mientras se prepara para los últimos actos en Córdoba y Rosario, deja tras de sí una provincia donde su nombre ya no convoca ni entusiasmo ni respeto, sino una mezcla de miedo y rechazo.

Lo que está ocurriendo no es una anécdota de campaña: es la consecuencia de un gobierno que confundió autoridad con amenaza, Estado con represión y liderazgo con grito.

La violencia, como el boomerang, vuelve. Y esta vez, golpea en la cara del que la lanzó, la promovió y la reprodujo hasta el cansancio. En este contexto, intentan explicar que, sin el peluca, deben marcar al pelado para votar al colorado. Poca claridad a la hora de seducir al votante. Claridad que escasea como la información sobre los orígenes de la financiación de una fuerza política que se convirtió en la peor casta, para combatir a la casta.

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