Por Florencia Restucci y Agustín Cirilli
El fútbol argentino se ve día a día encerrado en la violencia de quienes participan: jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y árbitros, nadie está exento. Los casos de abuso de sexual y violencia de género empiezan a ser parte de las primeras planas, dejando al fútbol fuera del centro de atención. Los casos más emblemáticos de los últimos tiempo tienen nombres propios: Fabbro, Centurión y Zárate, por nombrar los más recientes. Sin embargo, cada uno de ellos quedó impune, judicial o mediáticamente, de las causas que llevan a cuestas. La cultura de la violación es, en este ambiente de machos, moneda corriente.
Después del caso de Zárate, Independiente se vio envuelto en otro caso: una red de pedofilia y explotación infantil en el que están implicados jugadores de las inferiores de este club. Jugadores menores de edad, a quienes se los obligaba a prostituirse. Pero esto es sólo la punta del iceberg, ya que no sólo fueron obligados -según denuncia uno de ellos- por otro jugador que tiene 19 años y vive en la pensión de Villa Domínico. Por lo que se sabe, sin información oficial del club, y por lo publicado por un medio cipolleño, el acusado de entregar a los juveniles es oriundo de la provincia de Río Negro. En cambio, en relación a la información oficial, el club esperaba la recuperación de una lesión del acusado, quien está fuera de cancha hace un largo tiempo, para dejarlo libre. El resto es, a esta instancia, una bomba de tiempo que acaba de explotar.
Se reconocen varios de los nombres que están implicados en la causa, recientemente la fiscal a cargo, María Soledad Garibaldi, ordenó la detención de Martín Bustos, juez de línea, quien además está bajo el cargo de <abuso agravado> por tener una enfermedad de transmisión sexual. Su abogado, Carlos Beldi, también fue detenido por encubrimiento, tras destruir el celular del acusado. El caso de Bustos tiene precedencia familiar y es que su padre, Jorge Horacio Bustos de 61 años, fue condenado en marzo de 2017 a tres años de prisión en suspenso por “abuso sexual simple reiterado agravado”.
Si bien la causa avanza velozmente, hay varios acusados -nombres que surgieron en las redes sociales y medios de comunicación- que según la fiscal están dados a la fuga lo que asocian como “indicio de autoría”. Muchos de ellos conocidos en el ambiente del espectáculo, pero de los que aún no se ha dado con su paradero.
El veintiséis de marzo se comenzó a tomar declaración de 53 adolescentes de entre 13 y 17 años de la pensión de Independiente usando Cámara Gesell. Entre la información que se dio, se sabe que el método de trabajo que tenía esta red de explotación sexual infantil era a través de redes sociales por donde se contactaban con las víctimas ofreciendo botines o dinero a cambio de sexo. La mayoría de los jóvenes se encuentran en una situación de soledad y vulnerabilidad por encontrarse lejos de su familia y a cientos o miles de kilómetros de su casa.
Si bien otros clubes -como el caso de San Lorenzo- hablaron de la existencia de redes de pedofilia que anteriormente ellos habían denunciado, la información de que esto existiera reventó cuando uno de los menores le confesó a la psicóloga del club de Independiente, quien informó a la dirigencia e hicieron la denuncia. Sin embargo, queda un vacío en el medio: ¿como es posible que el club ignorara lo que ocurría alrededor de los que viven allí?.
El caso de quien era considerado facilitador y entregador de los chicos, es más complejo, ya que la fiscal sostiene que él, al igual que el resto de los chicos (por ahora son cinco) fue víctima de esta red que hoy lo tiene de cómplice.
Día a día la información y desinformación es más angustiante. Gran parte de las inferiores de los clubes cuentan con chicos del interior que van por una promesa futbolística y en búsqueda de un futuro de ensueño que se ve opacado por el aprovechamiento, abuso y desprotección por parte de los clubes que deberían resguardarlos.
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