¿Hiper o default? Las crisis económicas en Argentina
Nuestra invitada del mes es la Licenciada en Economía, Mara Ruiz, quien nos explica, a través de distintas historias, las crisis económicas argentinas y cuáles han sido las posibles soluciones a los principales problemas económicos estructurales del país que se han tomado.
Mara Ruiz Malec. 34 años. Licenciada en Economía de la UBA (Universidad de Buenos Aires). Estudiante de la Maestría en Desarrollo Económico del IDAES UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). Integrante del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (itegaweb.org). Twitter: @marucha_rm
Susana compra una lata de salsa para las pastas. Cuando llega a casa, se entera que va a tener más comensales de lo habitual. Vuelve al almacén de barrio. La lata subió de precio. La almacenera le explica: “acabo de hablar con el proveedor y me avisó que las próximas vienen con suba, te la cobro más cara o no puedo volver a comprar mercadería”. Las carnicerías no venden, o venden a “precio abierto”. Es 1989. No hay precios.
Es 30 de agosto de 2018. El dólar saltó de $31 a $38. Los grandes proveedores de alimentos se disponen a revisar los precios. Los insumos de computación, los repuestos de autos y otros bienes no se venden. 2018 será el año de mayor inflación desde la hiper. Mientras tanto, vemos videos en youtube donde Tato Bores nos explica que cuando sube el dólar sube de precio la nafta, y cuando no sube el dólar, también sube el precio de la nafta.
Me empiezan a llegar mensajes de whatsapp de conocidos “¿sacó los dólares del banco?”. Deja vu. Una amiga me cuenta que la mamá de una amiga trabaja en el Banco Río y que se está fundiendo. Justo es nuestro banco. Se lo cuento a mi mamá, que al otro día va y saca nuestros magros ahorros. Es viernes 1ro de diciembre de 2001. Horas después Cavallo anuncia el corralito. No era el Banco Río el que estaba quebrado. Era el país. El 23 de diciembre, Rodríguez Saa declaró el default.
En 2002 la pobreza llega al 54,3% de la población. Medido como lo mide ahora el INDEC de Macri, habría llegado a más del 60%. Seis de cada diez personas eran pobres en la Argentina. En 1989, la pobreza pasó en pocos meses de 26% a 47%.
Volvamos a hoy. Riesgo país. Deuda externa. ¿Vamos hacia un nuevo default? Es evidente que no estamos en la misma situación que en la convertibilidad. No hay un tipo de cambio fijo. Por el contrario, el dólar se mueve. Se mueve mucho y cuando se mueve, se mueven los precios. ¿Vamos otra vez hacia la hiper?
Ambas crisis dejaron aprendizajes. Tras la hiperinflación, se prohibió indexar (ajustar automáticamente los precios de acuerdo con la inflación pasada). La convertibilidad necesitaba cada vez más dólares para mantener la promesa de compra libre de dólares a un peso. Cualquiera podía endeudarse en dólares, aunque sus ingresos fueran en pesos. Tras el colapso de la convertibilidad, se pusieron restricciones al ingreso y salida de dólares especulativos, a la compra de dólares (se puso un cupo mensual de 3 millones) y a la posibilidad del sector privado de endeudarse en moneda extranjera.
Algunos de estos aprendizajes se dejaron de lado en estos últimos tres años. Lentamente, la indexación asoma. Se amplificó en el sistema financiero con los UVA, que ajustan por inflación. Y se empezó a llevar a cada vez más variables. El mercado de cambios se está desregulando de nuevo. Se puede comprar cualquier cantidad de dólares, y los dólares pueden entrar y- sobre todo- salir de un día para el otro.
Aun así, el panorama es distinto. Hoy se puede evitar el default devaluando primero. Y se puede evitar la hiper porque con menos indexación, hay menos traslado a precios. Pero el cielo es negro: hay un ineludible punto en común. Hay mucha deuda externa.
Cada crisis argentina está marcada por la necesidad de dólares. A partir de los ’70, ese faltante se contuvo cada vez más con deuda externa. Pero la deuda un día hay que pagarla. Y entonces vienen las grandes crisis. El gobierno necesita conseguir dólares para pagar. Se devalúa, se encarece el dólar y se demandan menos dólares, liberándolos para pagar las cuentas externas. Todos los precios suben, los ingresos también, el dólar se abarata, se vuelven a demandar dólares, se vuelve a devaluar, todos los precios suben. Para que no se muevan los precios, no se tiene que mover el dólar. Para eso, se piden prestados, y la deuda aumenta más rápido. Se hace muy grande hasta que no se puede pagar. Argentina queda aislada y tiene que vivir con lo que tiene. Si lo que exporta se vende a buen precio bien, y si no, faltarán dólares otra vez. Eventualmente también se devalúa.
No resolvimos el problema principal. Tenemos mucha deuda externa porque no podemos generar la cantidad de dólares suficientes para mantener el nivel de vida que queremos. La solución que propone la derecha es bajar nuestras pretensiones: “Nos hicieron creer que podíamos prender la estufa”. Dejar al mercado actuar y luego el desarrollo vendrá solo. El modelo latinoamericano de estabilidad sin progreso. El progresismo nos dice que no es posible – ni deseable – desarrollarse bajando el nivel de vida. Hay que sostener un mercado interno pujante ayudado con intervención del Estado y protección para desarrollamos. Para la transición es clave no desaprender lo que aprendimos de nuestras crisis. Abrir esos paraguas e inventar paraguas nuevos. Entender que el desarrollo lleva tiempo. Pero que hay ponerse de acuerdo y apurarse. Las nubes se están volviendo cada vez más negras y las tormentas cada vez más fuertes.
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