No hace mucho que se ven, salen hace poco y se están conociendo. Un día discuten. No le habías avisado que ibas a ir a esa fiesta, qué raro, ¿por qué no le avisaste? Se siguen viendo. Le gusta tener relaciones con vos. Otro día vuelven a discutir, esta vez levanta mucho la voz. Te das cuenta de que algo no está bien, no te gusta cuando hace eso. Se lo decís, te dice que están discutiendo, que hasta que no terminen no te vas. Le decís que te querés ir igual, agarrás tus cosas para irte, le pedís que te abra la puerta. Te dice que no, te pide disculpas, no te quiso gritar, que te quedes, por favor. Le decís que no. Te empieza a decir que ya está, que está todo bien, que no peleen, te agarra la cara y te empieza a besar, quiere tener sexo, “arreglemos las cosas”. Le decís que no querés, que te deje. Insiste, mucho. Sabés que no te quiere abrir la puerta, y no lo va a hacer. Te empieza a sacar la ropa. Le decís de nuevo que preferís que no. Sigue insistiendo. Sabés que no podés irte sola. Y pensás: “bueno, ya fue, cierro los ojos, lo hago así se deja de hinchar y me deja ir tranquila”.
Jueves. Te llaman tus amigas para ir a cenar. Les decís que no sabés, que después confirmás, que capaz estás cansada… Pero estás esperando saber qué va a hacer él, aunque ni a vos misma te animás a confesártelo. “Todavía no sé” te dijo. Esperás un poco más. Tus amigas te siguen preguntando, “che, confirmen”. No contestás. Un rato antes de la cena él te comenta que se va a quedar en casa. “Buenísimo mi amor, nos vemos ahí entonces” le decís. Cancelás a tus amigas, “estás muy cansada”. Llegás a la noche, te da un beso: “che voy un rato con los pibes que van a ver el partido en lo de Pepe”. Te quedás sola en casa, llorás. Te vas a dormir sola: “qué raro que son las 12 y no llegó”. No le mandás un mensaje, para no parecer una pesada. Dormís mal. Las 2 am, no llegó. Las 4 am, no llegó. Le mandás un mensaje. Te responde 4.30: “ya estoy yendo para allá”. Llega. Querés llorar y discutir. Él no. Mañana se levanta para ir a laburar, que no lo jodás. Te quedás despierta mientras él duerme. Vas a laburar al otro día con los ojos hinchados. No se lo contás a nadie. Y menos a tus amigas.
Estás de novia hace bastante, ya casi se van a convivir. Él te encanta, tiene mucha personalidad, le va muy bien en su trabajo, tiene pasta de líder a donde va. Todos se ríen de sus chistes, lo admirás. A veces te sentís un poco menos. Te gustaría ser tan popular como él. Por eso no sos de opinar mucho en las salidas con amigos en conjunto o en las cenas familiares… capaz estás diciendo una boludés. En general tus opiniones nunca están a la altura, él no te lo dice pero te das cuenta. A veces discuten. Cuando discuten él sube un poco el tono, siempre está seguro de que tiene razón. Pero nunca te dice malas palabras, en ese sentido es un caballero y tiene códigos. Un día discuten más fuerte que otras veces. Se saca, no puede creer que le estés diciendo semejante boludés. Te ponés a llorar, te dice que no te pongas en víctima, que no lo sos. Le contestás, te defendés. Se saca. Se pone a gritar, le pega a la puerta. A vos no: “él nunca le levantó la mano a una mujer”. Te tenés que ir a trabajar. Agarrás tu cosas, te secás rápido la cara. Él nunca le levantó la mano a una mujer, pero hoy tuviste miedo de que lo haga. Llegás a la oficina, hacés como si nada, no hablás con nadie de este tema. No se lo vas a contar a tus amigas, no lo van entender, no lo conocen como vos lo conocés. A tu familia tampoco. A nadie.
Lo conocías desde hace rato, trabajan en la misma empresa pero en distintas áreas. Te lo cruzaste en algunos cumpleaños y eventos en común. Te tiraba onda, empezaste a verlo esporádicamente, tiene ese aire típico de pibe canchero. Lo viste varias veces, la primera vez se cuidaron. Pero te empezó a decir que así no puede sentir bien, que le molesta el forro, que hoy se olvidó de comprar, que vivan el momento. Accediste, algo sentías que estabas haciendo mal, pero por una vez qué va a pasar… por dos… por tres… si justo no estás en los días en los que ovulás… Querés seguir viéndolo, él no quiere nada serio. Te fuiste a hacer el chequeo anual ayer. Tenés un virus.
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