Ahora y siempre: la marcha no se detiene
Se cumplen 44 años del comienzo del golpe cívico-militar que atravesó nuestro país. Hoy no hay marcha pero desde casa seguiremos levantando las banderas de la Memoria, Verdad y Justicia y gritando bien fuerte NUNCA MÁS
Anoche no preparé la remera con la consigna de Juicio y Castigo. No organicé con mis amigos para ir a la Plaza. Son las 9 de la mañana, me levanto, preparo unos mates y me siento a mirar en las redes las fotos de otras plazas. La memoria fotográfica de otros marzos que no son este. Hay nostalgia y desasosiego.
Hoy no habrá mariposas posándose sobre nosotros. No habrá banderas que flameen, ni tampoco esa interminable lona que despliegan nuestras Madres y Abuelas con los rostros de los que ya no están. No caminaremos por Avenida del Libertador y nuestro punto de partida no será la Ex ESMA. No volveré a casa con la cara enardecida por estar bajo el sol.
Esta vez todo es distinto: los pañuelos blancos colmaron las redes sociales y los balcones de mi barrio. Son 30 Mil, leo una y otra vez. La imagen de Estela, de Hebe, de Norita y de Taty recorren de principio a fin el timeline de las primeras horas del día y también el Nunca Más.
Hoy es desde casa y esto hace que todo sea especial. Estamos viviendo algo inesperado en nuestro país, las calles están vacías, no podemos ver a nuestros amigos y familias pero entendemos que es necesario y que cumplir esto es parte de ser responsables y conscientes con lo que demanda el momento, así como lo han sido los 30 Mil. Me pongo a pensar cuanto venimos padeciendo estos pocos días de cuarentena obligatoria y pregunto:
¿Qué puedo hablar de encierro si no estuve en un centro de detención, no pase frío en los calabozos, no me haciné con mis compañeros? ¿Qué puedo hablar de soledad, si no me secuestraron de madrugada ni me arrancaron de los brazos de mi vieja? ¿Qué puedo hablar del aislamiento, si no me torturaron, no me violaron, ni me pasó la muerte tan de cerca?
¿Cuánto puedo extrañar, si puedo volver a ver a mi vieja, a mi hermana, a mi amiga y compañera, si a mi no me arrancaron a mi hijo de los brazos? ¿Qué puedo hablar de no aguantar estar en casa, si yo pude volver, si yo no paso frío, si a mi no me chuparon cuando caminaba por la plaza? ¿Qué puedo hablar de perder la noción del tiempo, si no pasé meses encerrada mientras un oficial me violaba una y otra vez? ¿Qué puedo hablar de impaciencia? ¿Cómo puedo permitirme ser intolerable, si hay unas viejas que luchan hace más de cuarenta años pidiendo justicia de manera incansable?
Mi cara no está en ninguna de las fotos que dan vueltas la Plaza todos los jueves. Mi abuela sabe donde encontrarme. Yo no soy uno de esos pibes o pibas que creció sin saber su nombre. Yo sé quien soy y por eso, en este 24 de marzo, todos y cada uno de los que contamos con ese derecho, tenemos que dar el ejemplo. Tenemos que tener la conciencia política. Tenemos que aprender de los que resistieron 7 años de oscurantismo. Tenemos que aguantar como aguantaron esos pibes de 16 años. Tenemos que soportar el tiempo que nos quede, como lo hicieron quienes estuvieron encerrados.
Y, por sobre todas las cosas, no tenemos que flagelar la memoria, no olvidarnos quienes fueron los responsables del golpe cívico-militar que se llevó más de 30 mil vidas. Tampoco olvidar quienes planificaron el robo sistemático de 400 bebés y los vuelos de la muerte.
La marcha no se detiene, la marcha es desde casa.
Caminemos por los márgenes de la historia, colguemos nuestros pañuelos, recordemos lo que pasó, pensemos en quienes hoy peinan canas y aún siguen buscando a sus nietos, denunciemos la complicidad de los medios de comunicación y pensemos que de nosotros también depende el futuro.
La marcha no se detiene y nada, ni nadie será capaz de borrar esta página oscura de nuestra historia. Seamos heraldos de la Memoria, la Verdad y la Justicia y estemos tranquilos porque más temprano que tarde, todos aquellos a los que la dictadura nos hace temblar los huesos, vamos a estar en las calles, abrazándonos, celebrando que estamos nuevamente juntos. Con la alegría de saber que nuestra mejor venganza es ser felices y que siempre el único héroe, es el héroe es colectivo.
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