Tucumán: una provincia que institucionaliza el abuso policial
Walter Ceferino murió tras ser detenido en la capital tucumana. La autopsia indica que murió por asfixia, aunque estudian que sea producto de un infarto. Los policías continúan trabajando con total normalidad, pese a las pruebas que indican exceso de fuerza.
Walter Ceferino Nadal murió por asfixia tras ser detenido por seis agentes utilizando una maniobra similar a la que le costó la vida a George Floyd el 25 de mayo en Estados Unidos. Otra vez, violencia institucional. Otra vez, en la provincia de Tucumán.
Tenía 43 años y vivía en la capital tucumana. Su hermana denunció esta mañana en Crónica Anunciada, que su hermano vivía un acoso sistemático de la policía. Walter, en el piso, gritó por su vida «me quedo sin aire», sin embargo ninguno de los policías presentes decidió limitar el abuso. Fue un asesinato. La autopsia indica que Walter murió por asfixia causada por la pierna de uno de los policías que hacía presión sobre la nuca.
Su hermana, Norma Nadal, indicó que nadie de la policía se comunicó con la familia. «Una persona que estaba ahí es la que se comunica con uno de mis hermanos para contar. Supuestamente había sufrido un infarto», contó. «La fiscalía de turno no sabía que había policías involucrados. En la comisaria nos decían que estaban labrando un acta. Desde las 10 de la mañana a las 6 de la tarde no habían labrando ni siquiera un acta», continuó.
También se refirió al ministro de Seguridad de Tucumán, Claudio Maley, quien aseguró que «la intervención policial fue correcta y oportuna». «Estoy enojada con el ministro de Seguridad de la provincia. Él dice que mi hermano tenía problemas de salud y eso es mentira. Después habló de un supuesto robo, dice que a él lo siguen desde un comercio donde había entrado. No hay denuncia ni secuestro.»
El viernes Maley justificó el accionar de los agentes, cuestionó que la asfixia sea propia de un problema cardiorespiratorio y se refirió a la maniobra estandarizada que utilizaron los agentes. «Diez minutos después se presenta un testigo con el video».
El acoso policial lo hacía vivir con miedo. Sobre ello, Norma indicó «él no era digno de caminar en la vía publica porque lo paraban. Tienen en Tribunales una denuncia de febrero de 2017, la policía de la Comisaria 1era lo detiene y le da una golpiza donde él pierde varios de sus dientes por nada, porque no tenía nada».
En el video de la detención, se ve como lo presionan con fuerza contra el piso. Y luego cómo intentan reanimarlo. «Cuando mi hermano está en el piso se lo escucha gritar ‘¡REVISENME NO TENGO NADA!’«
La violencia estructural de la policía tucumana
Las similitudes con el asesinato de George Floyd, estremecen. Sin embargo, no sorprende. La policía tucumana, como toda institución sesgada por la violencia, se hizo eco en los últimos tiempos por el accionar abusivo de sus agentes policiales.
El 15 de mayo fue la última vez que se vio con vida a Luis Espinoza, un obrero rural que residía en Rodeo Grande, localidad perteneciente al distrito de Simoca. Una semana después de buscarlo y en un contexto de pandemia, uno de sus hermanos lo encontró en una bolsa al límite con la provincia de Catamarca, a 100 kilómetros del lugar donde fue visto por última vez. La autopsia indica que la bala que lo asesinó correspondía a José Morales, oficial de la comisaría de Monteagudo.
Dos taxistas, días atrás, denunciaron que policías los dejaron cruzar la frontera a pie, pese a que les faltaba un permiso, y luego les retuvieron el auto. Ambos llevaban repatriados. Según indican en El Siglo desde Mendoza a otro taxista le indicaron que no entren a territorio tucumano por las irregularidades que ocurren con la policía.
También, en los últimos días, Roxana Monteros de la localidad de Lastenia denunció que estaba en su casa con su marido y que varios policías de su ciudad entraron al cuarto y abusaron de ella. «Yo gritaba por lo que me estaban haciendo, eran tres policías y empezaron a tocarme, estaba aterrada», explicó. La abusaron, la golpearon y no logró ser atendida por la Fiscalía de Delitos Contra la Integridad Sexual de la provincia.
«Ellos entraron a mi casa como dueños y señores, abusaron de mí y se fueron tranquilamente. Quiero que esto se haga público, que si les pasa algo a mis hijos o a mí se sepa que hago responsables a las autoridades policiales», indicó. Sin respuestas, sin perimetral para que los agentes no vuelvan a acercarse. Otra vez, sin justicia.
La violencia policial de Tucumán es sistemática y aborda todas las aristas. Es una cuestión trasversal y coherente con los dichos de Claudio Maley. La complicidad está de turno. La violación de los derechos humanos se constituye como regla primera de una provincia que niega el derecho a decidir y vivir, una provincia capaz de obligar a una niña a parir. Muertos por asfixia, por balas en la cabeza, desaparecidos, desaparecidas y violadas. Clasificación según quién vive y quién muere. Cuándo y cómo.
Tal vez empaparse de orgullo por la lucha contra el racismo y la violencia policial en otro país tendría valor cuando el asesinado o asesinada está en nuestro país. Cuando el grito de ayuda lo pide un compatriota, ¿o hay negros buenos afuera y negros de mierda en nuestro país? ¿Cómo se construye la tibieza?
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