Paz: «La música es una buena herramienta para vengarse»
Kümelen recuerda escuchar a Björk y a Soledad Pastorutti durante la misma tarde. Esto explica la diversidad de estilos dentro de sus creaciones tanto musicales como visuales. Su proyecto musical "Paz" acompaña las luchas territoriales y disidentes.
Para cada une la música es un mundo y algo de eso nos cuenta Kümelen. Nació en Allen, Río Negro, y arrancó estudiando canto en un coro. Un tiempo después, cuando se fue a vivir a Brasil, entró al mundo de la producción musical como DJ.
En su experiencia y trayectoria se atravesaron varios proyectos. Hoy, con 28 años, se encuentra trabajando el un proyecto musical llamado «Paz». En diálogo con El Numeral, cuenta cómo fue su trayectoria, cuáles son sus referencias y hacía dónde proyecta su carrera.
¿Cómo fue tu primer acercamiento a la música?
Mis gustos son bastantes excéntricos. Arranqué a escuchar música desde muy chiquita. Me gustaba mucho bailar y componer a través a de mi cuerpo todo lo que escuchaba. Recuerdo que en una estación de radio de Río Negro, en las publicidades sonaba una canción de Depeche Mode. Yo la bailaba y mi papá se reía mucho porque decía que esa canción era imposible de bailar, pero a mi me encantaba la canción.
A los 9 años abrieron un Musimundo en la Ciudad de Neuquén y papá nos llevó a mis 2 hermanas y a mi. Nos dijo que elijamos un disco y mi primer disco fue Aqua. Me encantaba Barbi Girl, la bailaba mucho. Escuchaba el álbum todo el tiempo, me lo querían estropear en casa porque ya no lo soportaban más.
Además, por recomendación de un novio de mis hermanas, empecé a escuchar el primer álbum de The Doors, una de las primeras bandas que me transformó, más que nada por la sensualidad de Jim Morrison. Después vi la película y me fascinó aun más.
Con el tiempo me volví mas popular y empecé a escuchar bastante Sui Generis. «Vida» fue una gran influencia para poder entender la música de otras maneras. Eso me hizo continuar con Charly García. Al principio no me gustaba tanto porque era una persona que incomodaba mucho, pero al mismo tiempo me llamaba muchísimo la atención toda su arte, su estética y empecé a escucharlo bastante.
Ya con 12 era fanática de Moby, un artista increíble que me influenció muchísimo. Después apareció Björk y arrancó una locura con respecto a la música de querer mezclar y esas cosas. Empezaba el día escuchando Björk y terminaba escuchando a La Sole o a la «Negra» Sosa. Siempre fui de mezclar sonoridades. Es lo que de alguna manera influenció el proyecto que tenemos hoy.
¿Cómo atraviesan tus vivencias y lo territorial al momento de componer?
Creo que los contextos me influencian muchísimo para ayudarme a componer y, sobre todo, para crear mis propios mundos. Soy de Acuario, necesito crear y fantasear. El hecho de vivir en Brasil me ayudó mucho.
Cuando veo que mis espacios, grupos y comunidades se encuentran en peligro automáticamente intento accionar desde la música. Poder levar a través de la música, palabras de aliento para esos espacios y esas personas que lo habitan. Como también poder hacer mis criticas como forma de venganza, la música es una buena herramienta para vengarse.
¿Qué tipo de género es tu música?
Mi música es bastante amplia, tanto en donde se escucha como el público es bastante diverso. Era uno de los objetivos: poder diversificar a través de la música, con cuestiones claves y con luchas especificas también.
Podríamos decir que vengo de la cultura disidente, entonces a quienes mas influencian y quienes mas me acompañan son las disidencias. Y sobre todo las nuevas generaciones, uno de mis focos principales. Poder generar un contacto directo motivacional para las nuevas generaciones.
Eso lo descubrí con «Patagonia Emergente» que es un álbum que compusimos con Coloco (productor) a partir de ideas que veníamos trayendo de cosas que no se estaban escuchando en ese momento. Y ambos pensamos en lo mismo: este álbum va a entenderse en dos años. Y dicho y hecho. Después de lanzarlo, me terminé mudando a Argentina porque fue el lugar donde mas se escuchaba y más trabajo iba a tener.
¿Qué implicó «Patagonia Emergente»?
Patagonia Emergente marcó una generación de personas que venían a escuchar cosas nuevas, que tenían pretensiones de ampliar ese mundo musical. De mezclar lo global y poder traerlo a nuestra culturas hasta nuestras ancestralidades en nuestro caso. Además, influenció a muchas personas a hacer música y eso es hermoso. Muchas maricas, trans, no binaries que se acercaron a decirme que se sintieron motivadas o que fue una gran influencia.
¿Qué artistas recomendarías?
Recomendaría principalmente que escuchen a personas disidentes. Artistas que sienten que hay algo ahí que no encaja en este mundo. Me parece que las disidencias es uno de los circuitos principales del motor del cambio actual.
Son personas que quieren hacer música, que quieren hacer arte, construir desde otro lugar, lugares diferentes.
¿Las disidencias tienen más obstáculos en la industria musical?
Por ser disidencia no somos parte de la industria musical de alguna manera. Creo que la industria se bifurco bastante por suerte. Se creó una industria paralela que, de alguna manera, se consigue subvencionar pero nunca lograremos conseguir financiamientos como los que tiene la industria más pesada, como el pop o la industria hegemonica».
En Argentina hay una pobreza enorme en cuanto a cuestiones creativas y de cambios culturales. La cultura no acompaña a los cambios sociales. Siempre tomo como ejemplo a Brasil, donde la cultura está mucho más adelante de los cambios de derechos humanos. La cultura va al frente.
Acá eso es al revés. Hay una cuestión de identidad muy política, pero al mismo tiempo de discriminar o discernir todo el tiempo entre la disidencia y lo hegemónico. No es casualidad que no haya ningún artista del mainstream que haya hecho trabajos musicales con personas trans. Podría decir que se apropian muchas veces de la cultura disidente, pero jamás van a realizar algo en conjunto con artistas disidentes. Digo en cuanto a lo musical, es obvio que es competencia y la industria hegemónica si hay algo que tiene es competitividad absurda.
Lo demostró el trap, el pop argentino, lo demostraron varios circuitos culturales. La disidencia en eso siempre queda por fuera. Es muy difícil ser parte de la industria masiva o el mainstream. A su vez, nos permite de alguna manera seguir haciendo nuestro trabajo con ciertas libertades, autonomía y creatividad que no tienen otras artistas.
¿A qué aspiras como artista?
Aspiro a tener nuevas formas de componer. Crear un poco más de independencia, fusionar con otres artistas. También poder generar esas reuniones lindas con la disidencia en cuanto a los shows en festivales y lugares que veníamos tocando.
Viajar mucho, seguir financiando todos los proyectos que queremos, eso es lo más complicado, que nos limita a seguir.
Me imagino que le debe pasar a muchos artistas, pero nuestro caso es muy particular porque justamente no tenemos otras alternativas y otras posibilidades. Las otras alternativas son mucho peores que hacer arte y vivir financieramente del arte.
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