A 20 años de los asesinatos de Kosteki y Santillán
Este domingo se cumple un nuevo aniversario de los asesinatos que desnudaron la connivencia política y la violencia policial contra los movimientos sociales.
Este sábado 25 de junio se realizaron diversas actividades para recordar durante el fin de semana a Maximiliano Kosteki (25) y Darío Santillán (21) en el 20 aniversario de su asesinato.
Los jóvenes del MTD Aníbal Verón fueron víctimas de la reconocida «masacre de Avellaneda». El el 26 de junio de 2002 fueron asesinados en las cercanías y en el Hall de la exestación Avellaneda, que hoy lleva su nombre.
Las muertes fueron consecuencia de una brutal represión de las fuerzas de seguridad bonaerense, quienes dispararon balas de plomo en un contexto de crisis económica y social que impulsó la movilización social en todo el país.
Las imágenes eran impactantes, el pedido de justicia, pan y trabajo eran permanentes. El hambre golpeaba a una sociedad hastiada y los palos y las balas profundizaron la crisis social. Aquella crisis a la que el «gran diario argentino» culpó de dos nuevas muertes, tenía cara, nombre propio y alguna una futura condena a perpetua.
La condena les cayó en diciembre de 2005 a los expolicías de la provincia, Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, autores materiales del asesinato de Darío y Maxi.
Cómo se sucedieron los hechos
Días previos al 26, Darío Santillán explicaba las razones de los piquetes que se realizaban en todo el país. En ese entonces, la presidencia estaba a cargo de Eduardo Duhalde.
En paralelo, el gobierno comenzaba a instalar una hipótesis muy particular: la FARC financiaba a piqueteros. Lo formuló, empujó y los medios de comunicación hicieron su parte.
“Cortar rutas es hacer un esfuerzo y una acción para poder cambiar la situación en la que estamos viviendo. Cambiarla de fondo. No nos vamos a casa tranquilos porque tenemos un plan de 160 o 200 pesos. Hay un montón de cosas para cambiar acá en la Argentina”, decía Santillán en aquel entonces. No tan distinto al día de hoy, la inflación interanual superaba los 50 puntos de inflación. El atenuante era que la pobreza rozaba el 40%.
Su cara, que salió en tiempos dónde la crisis resultaba arrolladora, fue la que conocimos después en junio de 2002.
En horas del mediodía, la represión policial que buscaba evitar un corte en el puente Pueyrredón dejó una de las imágenes más compartidas y recordadas de la época.
Maximiliano Kosteki recibió un tiro que obligó a Santillán a correr a la estación Avellaneda del tren Roca para auxiliarlo. Darío no estaba en el lugar, incluso se había alejado de la estación. Cuando volvió para rescatar a su compañero, una bala por la espalda puso fin a su vida. El por entonces comisario Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, que le habían disparado a Maxi, lo abatieron por la espalda.
Después de la absurda hipótesis previa a la masacre, se intentó instalar que los manifestantes se habían matado entre ellos. Una vez más, los medios empujaron para instalar ese discurso.
La foto donde Santillán ayuda a Kosteki fue la clave para desmontar mentiras, condenar a autores materiales y repensar el rol de los medios en contextos de crisis. Darío y Maxi se hicieron bandera por militancia, compromiso político y solidaridad. Darío volvió al epicentro e la violencia solo para rescatar a un compañero, una persona que en realidad no conocía.
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