Es Tuyo, del Barrio, de Todes

Las disidencias con discapacidad luchan por más derechos

El colectivo de personas con discapacidad se hace escuchar cada vez más fuerte. “El derecho al deseo” es una de las consignas que llega a todas las provincias, junto con la búsqueda de formas más inclusivas de participación política.

Una de las consecuencias de la vigencia de estereotipos que se asocia a las personas con discapacidad con la asexualidad tiene que ver con que una parte de la sociedad sigue considerando “imposible” la existencia de identidades LGBTIQ+ al interior de este colectivo, cuya agenda militante reserva un lugar cada vez más destacado a la lucha por el derecho al deseo.

Tal es así, que durante la última marcha del orgullo en la ciudad de Córdoba, volantes replicaban la consigna: “El orgullo no sólo marcha, también rueda”.

Uno de los pilares fundamentales para que estos estigmas se sigan perpetuando es que vivimos en una sociedad capacitista, es decir, que sólo está pensada para las personas sin discapacidad, cuyas habilidades son consideradas la norma universal, dejando a quienes no encajen en ese modelo solo el camino de la adaptación o la exclusión.

Pero, hay otras manera también de habitar la sociedad y la política que poco tienen que ver con estos estándares, como por ejemplo: salir a marchar en una silla de ruedas o seguir una consigna política aún estando acostada en una cama.

 

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“Carlos Jáuregui planteaba que en una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política. Las personas con discapacidad decimos que en una sociedad que nos educa para el capacitismo, para una discapacidad puertas adentro y oprimida, el orgullo también es una respuesta política”, aseguró con la agencia de noticias Télam, Guadalupe Bargiela activista, tallerista y estudiante de derecho con discapacidad visual.

Si bien cuando hablamos orgullo lo planteamos en términos de discapacidad, por supuesto que implícitamente está referido también a las identidades sexuales disidentes. Es un concepto apropiado de los compañeros y compañeras LGBTIQ+ y la idea no es desapropiarlo, sino tomarlo como bandera de lucha. Entendemos que la discapacidad, como la diversidad sexual, es una identidad política, un territorio desde donde plantarse como trinchera y resistencia”, agregó.

“Entendemos que la discapacidad, como la diversidad sexual, es una identidad política, un territorio desde donde plantarse como trinchera y resistencia”

GUADALUPE BARGIELA

Por su parte, el escritor, artista plástico, editor literario y docente Ayito Cabrera planteó la dificultad que existe para nombrar, no dejar afuera y tener en cuenta a integrantes de ambos colectivos, que, como él, encarnan la interseccionalidad de ser al mismo tiempo una persona LGBTIQ+ -en su caso, una masculinidad trans que tiene una discapacidad motora.

“Por ahí me invitan a dar una charla (como activista de la diversidad sexual) o a marchar pero no tienen en cuenta la accesibilidad. Entonces, por ejemplo, resulta que el centro cultural donde tengo que ir no tiene un baño accesible, lo que muestra que este tema no está en la agenda. Entonces el desafío es empezar a construir desde otro lado y proponer: ¿Podemos pensar un baño accesible o una marcha accesible?”, cuestiona.

“Si no hay protagonistas con discapacidad en las series, en las publicidades, en el cine; va a ser difícil construirnos como personas deseantes y deseadas”

AYITO CABRERA

“Por otro lado, se está hablando muchísimo del derecho a la sexualidad o al deseo. Dentro del colectivo de discapacidad estamos lejos de eso si no somos parte de la producción cultural. Si no hay protagonistas con discapacidad en las series, en las publicidades, en el cine; va a ser difícil construirnos como personas deseantes y deseadas, si ni siquiera participamos de los imaginarios de la gente. El jorobado de Notredame es el único protagonista que al final se queda solo”, concluye.

Con información de la agencia de noticias Télam

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