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Qué se esconde detrás de la reducción de la jornada laboral

Las grandes compañías encontraron la manera de producir más en mucho menos tiempo y con menos trabajadores. El proceso se promociona como un beneficio para los empleados pero no es así.

En las últimas horas se publicaron los resultados de un estudio realizado por la Universidad de Cambridge y el Boston College en el que 61 empresas participaron de una prueba piloto para reducir la cantidad de horas trabajadas semanalmente en un 20% y pasar de cinco a cuatro días laborales.

En la prueba, promocionada como la más grande hasta el momento, participaron empresas que sumaron un total de alrededor de 2.900 empleados de diferentes sectores. Entre ellos, venta minorista en línea, provisión de servicios financieros, estudios de animación, gastronómicos, consultoría, vivienda y atención médica.

Según las conclusiones de la prueba, el 71% de los empleados manifestaron niveles más bajos de agotamiento y el 39% dijo haber reducido el estrés. Además, las empresas registraron una baja de 65% en licencias por enfermedad y hubo una caída de 57% en la cantidad de trabajadores que dejaban las empresas.

Como era de esperarse, al recibir estos resultados, el 92% de las empresas que participaron expresaron intención de continuar con la medida y 18 anunciaron que la tomarían de manera permanente.

Esta propuesta de reducción de jornada laboral se puso a prueba en varios países. En Argentina, dos empresas del sector tecnológico y una consultora ya lo han implementado, sosteniendo que podría ser una buena solución para evitar la alta rotación de empleados.

Los debates y las pruebas son impulsados a nivel mundial entre otras organizaciones por la fundación “4 Days a Week”, quien busca que este mecanismo se instale como una manera de mejorar la calidad de vida de empleados y empleadas, diluir las desigualdades de género, aumentar la productividad, cuidar el medio ambiente y aumentar la capacidad para captar personal hipercalificado con el objetivo principal de mostrar que se puede aumentar la productividad y las ganancias y reducir costos a partir de estos cambios.

Qué se esconde detrás de este discurso empresarial que aparenta preocuparse por las condiciones laborales

En muchos países, los trabajadores impulsan la reducción de la jornada laboral como mecanismo para combatir el desempleo. En España, por ejemplo, el lema que corrió durante los debates fue “trabajemos menos, así trabajaremos todos”.

El hecho es que la condición de posibilidad para su aplicación en algunos sectores está vinculada fundamentalmente a la aceleración en las últimas décadas de un proceso inherente al sistema económico: el aumento de la productividad del trabajo. Al digitalizarse los procesos productivos han dado un salto de escala tal que, según un informe de la consultora Adecco, lo mismo que se producía en 1970 en 8 horas, en el 2020 podía realizarse en una hora y media.

Por su parte, según el Informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, las posibilidades que tenga cada capital de tecnificarse dependerá su supervivencia. Es decir, el reemplazo de ciertos puestos de trabajo por la automatización de procesos, la robotización, el avance de internet en las cosas, la inteligencia artificial y todos los procesos asociados a la cuarta revolución tecnológica irán desplazando del mercado laboral una masa de trabajadores y trabajadoras, cuyas capacidades estarán obsoletas para reinsertarse en el proceso productivo en iguales o mejores condiciones.

Mientras en diversos sectores económicos se libra el debate sobre la posibilidad de aplicar o no la reducción de la jornada laboral, se desdibuja una discusión urgente y real: el poder y la riqueza continúa produciéndose, acumulándose y concentrándose.

 

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