Economía, historia y memoria alrededor de la nueva cuasimoneda que emitirá La Rioja
Pasado y presente se mezclan en esta decisión que recuerda al 2001. Especialistas de la UNQ describen este fenómeno y lo analizan desde diferentes aristas.
Se conocieron las primeras imágenes de los Bonos de Cancelación de Deuda (BOCADE). Se trata de la primera cuasimoneda que entrará en circulación durante la presidencia de Javier Milei. Impulsada por el gobierno de La Rioja, el BOCADE estará destinado al pago del 30% de los salarios de los empleados públicos de la Provincia.
En profundidad. La aprobación fue realizada por amplia mayoría en la legislatura provincial a mediados de enero y se estima que se emitirán 15.000 millones. Los billetes tendrán el mismo valor que el peso y serán de 1000, 2000, 5000, 10000 y 50000. Además, todos llevarán la figura del caudillo Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza. Se espera que este nuevo instrumento entre en circulación a mediados de abril y sirva para hacer las mismas operaciones que se realizan con la moneda nacional. Sin embargo, el recuerdo latente del 2001 y la pérdida de valor de las anteriores cuasimonedas –por ejemplo el Lecop en su momento– frente al peso tradicional ponen en suspenso la efectividad de la medida.
“La particularidad que tienen estos bonos que está sacando La Rioja es que pueden entregarse como parte de pago a los empleados públicos y a los proveedores. A su vez, se los puede utilizar para pagar, adquirir bienes y servicios”, explica Juan Santarcángelo, director del Doctorado en Desarrollo Económico de la UNQ, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
No es la primera vez que La Rioja recurre a esta alternativa. Lo mismo había hecho en 1988 durante la gobernación de Carlos Menen y durante la presidencia de Fernando de La Rúa a principios del nuevo siglo. Mientras que el ministro del Interior de la Nación, Guillermo Francos, le advirtió a Ricardo Quintela que su emisión era ilegal y que podía haber sanciones para La Rioja, Milei celebró en redes sociales la “libre competencia de monedas”.
Una alternativa conocida
Argentina tiene una larga historia en la aplicación de cuasimonedas. La más recordada y la más reciente se dio durante la crisis de 2001. “Hubo varias provincias que utilizaron cuasimonedas propias, sobre todo para financiar algunos gastos que tenían, con la idea de apuntalar el consumo en un contexto de enorme crisis económica y social”, destaca Santarcángelo.
“Lecop a nivel nacional, Patacones en Buenos Aires, Lecor en Cordoba, Federal en Entre Ríos y Quebracho en Chaco fueron algunos de los al menos diez bonos de emergencia emitidos para afrontar la falta de billetes circulantes en el marco de la convertibilidad y la escasez de reservas”, señala María Lucía Abbattista, magister en Historia y Memoria, en conversación con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
En este sentido, la especialista en Historia agrega: “La situación crítica de la Nación y de la mayoría de las provincias para cumplir con sus respectivas responsabilidades en materia de subsidios y salarios brindaron marco para que se crearan en el contexto de la crisis del 2001. En principio, podían utilizarse para pagar impuestos y durante los primeros meses se aceptaron en comercios al mismo valor en pesos”.
“La situación crítica de la Nación y de la mayoría de las provincias para cumplir con sus respectivas responsabilidades en materia de subsidios y salarios brindaron marco para que se crearan en el contexto de la crisis del 2001”
Sin embargo, el peligro es que, al igual que pasó en 2001, la cuasimoneda pierda valor frente al peso tradicional. “Una cuestión clave a tener en cuenta es que en general circulan en paralelo a los pesos y lo que empieza a pasar es que comienza a cambiarse por debajo de su valor nominal, es decir, el billete se empieza a cambiar por menos de lo que figura en el papel. Entonces, eso puede generar algunos problemas importantes de pérdida de valor, sobre todo si se utiliza para pagar salarios de los trabajadores”, subraya Santarcángelo. En 2001 varias de las cuasimonedas que se utilizaron en las distintas provincias del país se negociaban al 50 por ciento del valor nominal que figuraba el billete.
Con sello propio
Aunque en general los billetes argentinos llevan diferentes figuras según se valor, el gobierno riojano eligió que todos porten al caudillo local Ángel Vicente “El Chacho” Peñaloza. Asesinado en 1863 por tropas leales al gobierno nacional presidido por Bartolomé Mitre, desde su juventud hasta su muerte fue una figura con notorio protagonismo político y militar en La Rioja y alrededores.
Abbattista, quien también es docente en la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de La Plata, se explaya al respecto: “Peñaloza fue un referente del federalismo. Formado junto a Facundo Quiroga y enfrentado más tarde con Juan Manuel de Rosas. Fue parte del esfuerzo urquizista de construcción de la Confederación Argentina y resistió a la ofensiva de Buenos Aires tras la derrota en Pavón. Tanto él como sus leales montoneras padecieron una represión caracterizada por la masividad y la crueldad, con ejecuciones sumarias que se pretendieron ejemplificadoras y desmovilizadoras de cualquier oposición al nuevo orden liberal bajo el cual se unificó el Estado nacional”.
Al igual que pasó con otras figuras históricas que habían pasado desapercibidas o habían sido ocultadas por la historia oficial, en la década de 1960 ‘El Chacho’ reapareció en la memoria argentina. “La memoria de su lucha permaneció viva en su provincia y comenzó a extenderse más allá. Cien años después de su muerte hubo una gran cantidad de recuperaciones escritas y sonoras de su historia que tuvieron fuerte circulación pública. Incluso hay un disco de Jorge Cafrune titulado El Chacho, vida y obra de un caudillo. No es extraño que en este contexto Peñaloza vuelva a cobrar fuerza”, remarca la historiadora.
Nota de la Agencia de Noticias Científicas UNQ
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