El gran artesano argentino
Santiago Maldonado desapareció el 1° de Agosto, se podría dar data de esa fecha como la de su desaparición física. Pero lamentablemente cada día desaparece un poco más, desaparece de la agenda mediática, desaparece de los diarios, desaparece del grupo de Whatsapp, desaparece de la charla con el compañero del laburo. La primera desaparición fue forzada y el Estado es responsable, de las demás… somos responsables todos.
El medio más grande del país buscó encubrir el hecho, el diario que parafrasea “tapar la realidad, o hacerla tapa” finalmente aplicó su fórmula. Santiago no tuvo un centímetro de la portada, siendo relegado incluso por bailarines de tango. Santiago desaparece.
Se lo llamó artesano, guerrillero, activista, hippie. Todo con el único propósito: negarle la identidad. Y el concepto de identidad en nuestro país es un tema sensible, vaya si el “gran diario” lo sabe. Santiago desaparece.
Que aparece en un video comprando, que en un pueblo son todos iguales a él, que un camionero lo llevo a dedo. Todo en página 15, 35, 40, lejos, en el medio del papel, donde sólo llegan los entusiastas, los que no quieren leer por arriba. Santiago desparece.
Que se ahogó cruzando el río, que lo mató un mapuche, que es kirchnerista, que fue visto en Chile. Que su familia no ayuda en la investigación. Santiago desaparece.
Que no es una desaparición forzada, que yo me la banco, que no voy a tirar un gendarme por la ventana, que todo es un relato. Santiago desaparece.
Los más jóvenes, en algún momento tuvimos la necesidad de preguntar a los más grandes acerca de la Dictadura: ¿Pero no se sabía que había desaparecidos? ¿No te dabas cuenta? Las respuestas son calcadas: “No nos enterábamos de nada” “No es todo como hoy en día, con internet y eso…” “Hoy hay más información”. Hoy con redes sociales, portales, canales de noticias, y todos los soportes de comunicación que se puedan imaginar, Santiago desaparece un poco más, minuto a minuto, segundo a segundo.
Y nos seguimos preguntando ¿donde estás Santiago?
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